Mientras que Donald Trump pretende convencer al mundo de que el acuerdo está prácticamente cerrado, prepara su vía de escape por si esto no sucede. A pesar de su simbólica reunión con Volodímir Zelenski en Roma, es probable que Trump le termine acusando de ser un obstáculo para la paz. Si finalmente no consigue erigirse como “pacificador” de la guerra, acusará a Kiev de apostar por el belicismo, liberándose de toda responsabilidad con Ucrania. Entonces podrá centrar toda su atención en China o en sus asuntos domésticos.
En el terreno de la mediación de conflictos resulta difícil encontrar un facilitador menos imparcial que EEUU, volcado desde el regreso de Trump a la Casa Blanca en buscar la normalización de relaciones diplomáticas y económicas con Rusia. Sin plantear a Moscú ninguna renuncia a sus posiciones maximalistas, ha puesto la presión en Kiev para que, como condiciones de partida, renuncie a buena…

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