INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1431

León XIV en terreno minado

El anuncio del patriarca maronita Bechara Rai de que el papa León XIV visitará Líbano e Iznik (Turquía) para conmemorar los 1.700 años del Concilio de Nicea, llega en un momento crítico. En pleno genocidio en Gaza, el viaje representa un desafío pastoral y diplomático para el pontífice.

Esta gira ofrece al papa la oportunidad de relanzar el ecumenismo entre las religiones abrahámicas, justo cuando se conmemora el 60 aniversario de Nostra Aetate, la declaración del Concilio Vaticano II que reformuló las relaciones entre católicos, judíos y musulmanes.

El documento conciliar reconoció la responsabilidad del antijudaísmo cristiano en el surgimiento del antisemitismo moderno que provocó el Holocausto. Hasta hoy, hay menos judíos en el mundo que en 1939. Entre otras cosas, Nostra Aetate afirmó que el judaísmo seguía cumpliendo una misión religiosa sagrada.

En 2006, en su visita a Auschwitz-Birkenau, Benedicto XVI dijo que la Shoá fue un intento del III Reich para eliminar a los judíos de entre los pueblos de la Tierra pero también “al Dios que llamó a Abraham y habló en el Sinaí”.

Al elegir Turquía y Líbano como destino de su primer viaje fuera de Italia en medio de la guerra de Gaza, León XIV se somete a un literal bautizo de fuego que pondrá a prueba sus habilidades –pastorales y diplomáticas– y la propia capacidad de la Santa Sede para mediar en una región en la que viven 7,5 millones de cristianos –caldeos, nestorianos, siriacos, asirios, armenios, greco-ortodoxos…– dispersos entre el Nilo y el Éufrates.

Como antiguo superior de la orden Agustina y como doctor en derecho canónico, León XIV está marcado por la espiritualidad monástica y su formación jurídica. En una audiencia con líderes religiosos llegados a Roma por la inauguración de su pontificado –entre ellos el patriarca de Constantinopla, clérigos anglicanos y luteranos y rabinos, ulemas y monjes budistas– les dijo que en 2014 eligió como su lema episcopal In illo uno unum (en el Uno somos uno), una expresión inspirada en un comentario de Agustín de Hipona al Salmo 127.

Les prometió, además, que continuará el diálogo abierto…

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