Una de las causas de la desaceleración que está experimentando la economía china es el declive del sector industrial. La potente red de fabricación del país está sufriendo las consecuencias de la competencia de otros países vecinos, capaces de producir a costes más bajos. Al mismo tiempo, parte de la inversión extranjera se está desviando a países como Vietnam. En 2024, la inversión extranjera directa (IED) en Vietnam registró un incremento del 9,4 % respecto al año anterior, alcanzando una cifra récord. Los flujos de IED hacia China, por otro lado, alcanzaron los niveles más bajos en tres décadas.

China suma ya ocho meses consecutivos de contracción de la producción industrial. Así lo refleja el último informe de la encuesta PMI (Purchasing Manager Index), que permanece desde abril por debajo del umbral de 50. El dato más reciente, correspondiente al mes de noviembre, marca un descenso de hasta 49,2 puntos, señalando un deterioro simultáneo de los servicios y la construcción. La industria es ahora el principal lastre de la economía china. Y esto es un serio problema en un país que ha levantado su potente economía en torno a las exportaciones de bienes.

La caída de la producción comenzó con los aranceles de Donald Trump, aunque los problemas tengan raíces más profundas. Aunque en su reunión con Xi Jinping se consiguiera poner freno a la escalada, el avance hacia un mundo más fragmentado y con un comercio global debilitado afectará especialmente a aquellas regiones más abiertas y dependientes de las exportaciones. China es una; otra es Europa, que también vive un momento económico complicado.

Además de la crisis del comercio internacional, China se enfrenta a problemas internos de demanda que está intentando resolver con estímulos fiscales y monetarios. Su déficit y su deuda públicos están…