En el terreno constitucional, se ha consagrado el inglés como lengua oficial por orden ejecutiva. Y como en todos los otros frentes de batalla, la administración ha empleado los mismos métodos expeditivos que Donald Trump explicó una vez a Bob Woodward. El “verdadero poder es el de dar miedo”, le dijo.
Sus amenazas ya han torcido el brazo de importantes bufetes de abogados –Paul Weiss, Skadden Arps…– y universidades –Columbia, Princeton– que han claudicado para no perder ayudas y subsidios federales. Desde sus años neoyorquinos como promotor inmobiliario, Trump cree que, si aprieta lo suficiente, sus adversarios terminan aceptando ofertas que, de lo contrario, podrían rechazar.
En el frente interno, su vicepresidente, JD Vance, no ha tardado en hacerse con el control del Kennedy Center de Washington y de los 21 museos Smithsonian que gestionan un presupuesto de 1.000 millones y que financia en un…

Argelia, clima social tenso en vísperas de elecciones