El 6 de noviembre, todos los países del hemisferio –desde Canadá a Chile–siguieron las elecciones en Estados Unidos casi como si fuese un asunto interno porque estaba de nuevo en escena Donald Trump. En su primer mandato, entre otras cosas, presionó a varios de sus países para que disminuyeran sus relaciones comerciales con China y multiplicó las sanciones contra Cuba y Venezuela, acelerando con ello el mayor éxodo de su historia.

Los más pesimistas anticipan que las prometidas rebajas de impuestos de Trump dispararán el déficit fiscal de EEUU (7,7%), aumentarán la inflación, los tipos de interés y el valor del dólar, provocando con ello caídas de la inversión exterior y depreciación de las monedas regionales. Otros creen que la rebaja de impuestos del 21 al 15% a las empresas, llevarán al país por la senda del crecimiento.

En su campaña, Trump se refirió a la región solo como una fuente de problemas –crimen, drogas, inmigrantes ilegales…–, prometió incentivos para que regresen compañías que dan empleo a mano de obra local en Centroamérica y dijo que China controlaba el Canal de Panamá que “nosotros construimos”.

Ningún otro país tiene más razones para la inquietud que México, que envía a su vecino del norte el 83% de sus exportaciones, equivalente a la tercera parte del PIB. Según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), el sector exporta 90.000 millones de dólares al año a EEUU.

En los primeros nueve meses, de sus plantas –Nissan, BMW, VW, Toyota…– salieron más de tres millones, dos de ellos hacia EEUU. En 2023, el déficit comercial de EEUU con México rondó los 152.000 millones, solo inferior al que tuvo con China y 22.000 millones más que en 2022.

En un mitin en Raleigh (N.C.), Trump dijo que en su primer día en la…