INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 1422

Musk, la NASA y el síndrome de Ícaro

La NASA y el programa espacial van a ser unas de las primeras víctimas de la brusca ruptura entre Donald Trump y Elon Musk. Sin embargo, ni la agencia espacial ni el Pentágono tienen opciones viables a corto o mediano plazo para sustituir a SpaceX y Starlink.

El enfrentamiento comenzó por sus discrepancias sobre la llamada One Big, Beautiful Bill. Si la Casa Blanca logra que el Congreso la apruebe, añadirá, según la Congressional Budget Office, unos 2,4 millones a la deuda pública en 10 años por la extensión de los recortes de impuestos al 10% más rico y la subida en otros cinco billones del techo de deuda.

Dado que el 13% del presupuesto federal ya va a pagar los intereses de la deuda pública (36 billones), no es extraño que Musk calificara de “abominación” la ley que, entre otras cosas, suprimirá los subsidios a la compra de vehículos eléctricos como los que fabrica Tesla en California, Shanghái y Berlín-Branderburgo.

Para Musk, cada dólar que el gobierno federal gasta en pagar la deuda, es un dólar menos que gasta en tecnologías como las de SpaceX, el brazo aeroespacial de su imperio. La agresividad de sus…

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