Desde la crisis política que enfrentó al Ejecutivo y el Congreso tras la ajustada victoria, por apenas 42.000 votos, de Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018) sobre Keiko Fujimori, el tiempo promedio de permanencia de un presidente peruano en el poder no supera los 18 meses. El país ha tenido ocho mandatarios en ese periodo y su sistema político ha pasado de ser un presidencialismo clásico a un peculiar semiparlamentarismo, donde el Congreso derriba a presidentes a su antojo.

Según la encuesta de Semana Económica que mide el poder en el Perú, el Congreso encabeza la lista (89%) debido al modo en el que ha sometido al Ejecutivo (32%). El sondeo sitúa en segundo lugar (48%) a las economías criminales: minería y tala ilegales, narcotráfico, redes de extorsión… que se han convertido en actores determinantes de la vida nacional.

Con esos antecedentes, era difícil que Dina Boluarte, quien sucedió a Pedro Castillo tras su fallido intento golpista en diciembre de 2022, no corriese una suerte similar. Su destitución fue un cálculo político de los mismos grupos que la respaldaron en el pasado, rechazando siete mociones de destitución previas… hasta que dejó de serles útil.

En tres años el Congreso ha reformado la Constitución medio centenar de veces. Boluarte nunca llegó a gobernar realmente, pero, a pesar de su mínima popularidad (0,1%-2,0%), pudo permanecer casi tres años en el cargo. Para sellar su alianza con el fujimorismo, llegó a saludar en una ocasión a Juan Rivero Lazo, un militar condenado a 25 años de cárcel por una masacre durante el mandato de Alberto Fujimori (1990-2000). Cuando en septiembre de 2024 murió el patriarca del clan, su gobierno declaró tres días de duelo nacional.

Por su papel en las acciones represivas que se cobraron medio centenar de vidas entre enero y febrero…