Este proyecto es un pilar del marco de la estrategia nuclear de Trump. Ha pasado por varias etapas desde que el desarrollo tecnológico lo hizo posible. Durante la Guerra Fría, ambas superpotencias calculaban que para asegurar que el primer golpe lograra el objetivo de castigar insoportablemente al enemigo, el único camino era atacar con muchos más misiles, saturando cualquier escudo con el que pudiera contar el contrario.
Hubo que esperar hasta 1972 para que se convencieran de la necesidad de frenar esa dinámica desestabilizadora, firmando el Tratado de Misiles Antibalísticos (ABM) por el que ambos contendientes acordaron limitar a un centenar el número de sistemas ABM desplegados.
La segunda ronda de esa ambición estratégica arrancó en 1983, cuando Ronald Reagan anunció lo que se conoció popularmente como la Guerra de las Galaxias. La Iniciativa de Defensa Estratégica pretendía dotar a EEUU de un completo escudo de defensa capaz de neutralizar…

El eje de la convulsión
Putin apuesta doble o nada a la guerra
Una OTAN minimalista