La crisis energética provocada por la invasión de Ucrania provocó un episodio inflacionista que tuvo un alto coste político para el anterior presidente, Joe Biden. Trump confía que las políticas anunciadas: el impulso al fracking y una menor presión climática y fiscal sirvan para contener la inflación, ya que el resto de su agenda de reformas es claramente inflacionista. También confía en la exportación de hidrocarburos para mitigar el déficit de la balanza de bienes que sufre el país y generar un estímulo al crecimiento económico.
Sus primeras medidas energéticas no se hicieron esperar. En sus primeras horas como presidente ya aprobó algunos cambios muy polémicos, como reducir la autoridad regulatoria sobre emisiones de gases de efecto invernadero a la Agencia de Protección Ambiental (EPA) o nombrar presidente a Lee Zaldin. Este excongresista, ferviente defensor de las políticas de Trump, está convencido de la necesidad de levantar restricciones medioambientales para que Estados Unidos vuelva a crecer como antaño.
Con Zaldin al mando, la EPA revisará su normativa de emisiones para favorecer el uso de energías contaminantes. Extraer más hidrocarburos sirve de poco si no puedes utilizarlos. Trump también ha anunciado inversiones en gas natural licuado para aumentar la capacidad exportadora de EEUU a través de buques cargueros. En definitiva, el país quiere quemar más energías fósiles y también llenar el mercado internacional.
Es probable que esta estrategia sirva para reducir el coste del a nivel global. Sin embargo, una de las fortalezas competitivas de la economía estadounidense es precisamente el bajo precio de su gas natural, pero si abre la puerta a elevar las exportaciones, podría igualarse paulatinamente a los precios internacionales. Perdería así su gran ventaja actual.
La Inteligencia Artificial también tiene un papel clave en el futuro de la energía. Los sistemas de ChatGPT utilizan una…