A partir de esta demoledora conclusión el mandatario ucraniano está tratando de lograr suficientes garantías de seguridad para disuadir a Vladimir Putin de volver a las andadas tras la firma de un acuerdo (todavía por concretar) para el cese de las hostilidades. En esa línea, Volodímir Zelenski entiende que la mejor garantía para su país sería el ingreso en la OTAN, un horizonte que ya se planteaba en el comunicado final de la Cumbre de la Alianza en Bucarest (2008), sin que nunca se haya activado un proceso de negociación que la hiciera creíble. La insistencia de George W. Bush ya fue criticada por Angela Merkel y otros gobernantes europeos. La incómoda reunión entre Donald Trump y Zelenski en el despacho oval, sumado a la postura de Elon Musk en torno al abandono de la OTAN, lo aleja aún más de esta posibilidad.
El presidente ucraniano ha ofrecido incluso su renuncia a la presidencia si, a cambio, Ucrania se convierte en el trigésimo tercer aliado de la organización que ha servido durante décadas para dar cobertura de seguridad a la mayor parte de los países europeos frente a Moscú. Aunque desde 2018 Ucrania figura oficialmente como candidato a la Alianza, nada apunta a que algo así vaya a suceder a medio plazo. De hecho, la renuncia a ese objetivo –que desde 2019 figura en la Constitución ucraniana– se plantea ya como una exigencia de partida por parte de Moscú, con la bendición de Trump, lo que obliga a Kiev a explorar otras vías.
Una vez descartado, asimismo, que los aliados europeos desplegasen unidades de combate al lado de las tropas ucranianas –algo que el presidente francés, Emmanuel Macron, planteó como hipótesis en febrero del año pasado–, a lo máximo que parece aspirar ahora Zelenski es a que algunos de…
