Hay realidades tan cercanas y grandes que aparecen deformadas. La vecindad de África presenta para los europeos esta deformación, bien por efecto de lo que se percibe como una amenaza latente, bien por una relación contemporánea estructurada en el doble eje desarrollo-seguridad. Las premisas de la relación actual están marcadas por Europa a partir de una idea confusa y anticuada sobre los intereses europeos y los africanos.
África no es una amenaza. África es un desafío para la Unión Europea, económico y de política exterior. Si los europeos lo abordan bien –y pueden hacerlo– estarán en una posición de mayor fortaleza en cualquiera de las relaciones estratégicas de la UE: con Estados Unidos, con Rusia y con China. Las razones son fundamentalmente tres: primera, Europa es el socio más importante para el conjunto de África; segunda, el continente africano es un escenario de creciente competencia para China, Turquía, India, Rusia y los países del golfo Pérsico; tercera, ninguna otra región del mundo presenta un potencial comparable en cuanto a crecimiento económico, dinamismo demográfico y posición geopolítica.
A estas tres razones cabe añadir una cuarta que apela básicamente a la UE como socio: África es la única región del mundo donde la integración avanza. El Acuerdo de Libre Comercio Continental Africano (AfCFTA, en inglés) acaba de echar a andar con el impulso de la Unión Africana (UA), que se consolida como el interlocutor del continente con el mundo exterior. En ninguna otra región del mundo encontrará hoy la UE la posibilidad de una relación continente-continente en áreas de futuro como comercio, digitalización y cambio climático, en un momento en que, además, se están reorganizando las cadenas de producción globales. Europa puede actuar como catalizador de un cambio de paradigma en África con repercusiones en el resto de continentes y en la posición global de la UE.
El cambio requiere desmontar los mitos que sostienen la percepción de amenaza, empezando por el de la explosión demográfica y la migración masiva. Este número de POLÍTICA EXTERIOR desmenuza los mitos y analiza realidades sin lentes deformantes. ●

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