“Los ideólogos del Partido Comunista creen que el nuevo equilibrio de poder crea una oportunidad única para China. Las piezas que antes estaban colocadas en su sitio ya no lo están, y la nueva relación de fuerzas puede permitir a Pekín volver a situarlas en una posición más favorable para sus intereses”. Así se señala en el primer artículo de nuestra sección de Estudios.
Mientras Rusia viola frontalmente el derecho internacional y Estados Unidos cuestiona las reglas y alianzas del viejo mundo, China, la nueva potencia global, persigue con cautela y determinación la transformación del orden internacional.
China dice respetar los principios de Naciones Unidas, si bien apoya a Rusia tras la invasión de Ucrania, en violación del principio de integridad territorial de los Estados. También niega el carácter universal de los derechos humanos y las libertades fundamentales, que considera una construcción occidental. Como señalábamos en el número anterior de Política Exterior, en un mundo con menos reglas, la ley del más fuerte tiende a imponerse.
El segundo artículo aborda las prioridades de su diplomacia: situarse en el centro de la economía mundial con el dominio de las nuevas tecnologías, desplazar a Estados Unidos como la potencia central en Asia y construir una relación de interdependencia con el Sur Global. Aunque algunos interpretan su proyecto como un intento de reemplazar la hegemonía estadounidense, aquí se sostiene que las limitaciones internas aconsejan prudencia: “Adquirir el poder que obligue a Washington a aceptarla como un igual y que permita reorientar la estructura del sistema internacional a su favor, podría satisfacer sus intereses”.
En este número se analiza también el proceso acelerado de mejora de las fuerzas armadas chinas, la evolución de su economía –en una fase de crecimiento más lento–, el dominio de la tecnología verde y la carrera por la…

Desorden global y Cooperación Internacional al Desarrollo
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