A medida que se acelera la retirada militar de EEUU de Afganistán –y el avance talibán sobre Kabul, que según fuentes de The Wall Street Journal podría caer en manos de los islamistas antes de fin de año–, China ve con creciente inquietud el vacío de poder que se está creando cerca de Xinjiang, su provincia de mayoría musulmana limítrofe con Afganistán.
Pekín no está solo. El presidente de Tayikistán, Emomali Rahmon, ha ordenado la movilización de 20.000 reservistas para reforzar la frontera con la provincia afgana de Badajshán, de 910 kilómetros de largo, que está siendo cruzada a diario por soldados afganos que huyen de la ofensiva talibán. Por su parte, debido a la violencia reinante, Rusia y Turquía han cerrado sus consulados en Mazar-e-Sharif, capital de la provincia de Balj y la cuarta ciudad del país.
Alentados por lo que parece una inminente victoria, entre 60.000 y 80.000…

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