El pasado mes de marzo, Argelia confiaba dar un paso decisivo en su complejo proceso de reformas económicas y financieras, al firmar una carta de intenciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), acuerdo cuya firma está aún pendiente. Se espera ahora que Argelia solicite, a través del Club de París, un reajuste del calendario de su deuda de 13.500 millones de dólares con los acreedores estatales. De ser así, todo estaría a punto para que Francia, Italia y España solicitaran el respaldo de sus socios europeos para un préstamo de la Unión Europea por importe de mil millones de dólares, destinado a equilibrar la balanza de pagos argelina.
La última vez que Argelia firmó un acuerdo con el FMI, hace ahora tres años, el documento significó un voto de confianza para el gobierno de entonces, cuyo primer ministro, Mouloud Hamrouche, había emprendido importantes reformas orientadas a liberalizar la gestión de una economía dirigida. El nuevo acuerdo, por el contrario, se parece más bien a un acto desesperado. Desde la caída del precio del petróleo el pasado noviembre, los principales acreedores de Argelia se han negado a conceder cualquier tipo de nuevos créditos, como no fueran a corto plazo. Muchos ponen en duda que los asediados dirigentes del país estén en situación de poner en práctica un acuerdo de estas características.
Reconocen que Redha Malek, con ocasión de su nombramiento como primer ministro hace siete meses, prometió realizar reformas económicas y llegar a un acuerdo con el FMI. Esta promesa fue hecha después de un año en el que el predecesor de Malek, Belaid Abdessalam, había logrado congelar las relaciones con el FMI. Las empresas y bancos internacionales dieron la bienvenida a la nueva normativa de inversiones publicada el pasado otoño, aunque en privado manifestaran su temor a que los acontecimientos…

Verano 2021 - Papel
Revolución de Oriente Próximo, Toma 2: era constitucional