El 4 de mayo de 1994, el hemiciclo de Estrasburgo que comparten Consejo de Europa y Unión Europea cobijaba la celebración del último pleno del Parlamento Europeo. A las 5 de la tarde, la sala y sus tribunas respiraban un ambiente tenso, pues el Parlamento
debía dar su dictamen conforme para que el tratado y las actas de adhesión de Austria, Finlandia, Noruega y Suecia a la Unión Europea pudieran ser sometidos a la aprobación de la Comisión Europea y del Consejo de la Unión, como paso previo a su firma durante el Consejo Europeo de Corfú (24 y 25 de junio) y posterior inicio del trámite de ratificación por los parlamentos de los doce Estados miembros de la Comunidad y de los referendos en los cuatro países de la adhesión. Después de la renuncia de un eurodiputado británico, el dictamen conforme requería 259 votos afirmativos, y tal cifra parecía difícil de alcanzar por tratarse de la última sesión parlamentaria antes de las elecciones europeas de junio. El presidente Delors y el comisario Van den Broek, encargado de la ampliación de la Unión, seguían las intervenciones de los parlamentarios desde el banco de la Comisión, y los diplomáticos de los cuatro aspirantes, la prensa y un numeroso público atestaban las tribunas de invitados.
Aunque, horas antes, los principales grupos políticos se habían puesto de acuerdo en que no podía bloquearse la ampliación de la Unión Europea, se había presentado una moción de aplazamiento que con sus 107 firmas podía retardar el proceso hasta hacerlo peligrar, con la sacudida que ello hubiera producido en los electores de los cuatro países. Además, voces tan autorizadas como la del profesor francés, Maurice Duverger (eurodiputado por Italia), señalaban que, de aprobarse el dictamen de conformidad, el Parlamento Europeo se rendiría ante el Consejo. Este…

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