Helmut Kohl ha ganado las elecciones al Parlamento. Pero si las apariencias no engañan, su gobierno será ineficaz desde el principio. Normalmente, la mayoría de diez escaños debería ser suficiente para la coalición de la democracia cristiana (CDU/CSU) y los liberales (FDP) en el Bundestag alemán. Willy Brandt y Helmut Schmidt también gobernaron con mayorías similares. Pero ahora es diferente: el 16 de octubre, Kohl cruzó la línea de meta con un socio que entró arrastrándose.
No es nada seguro que se vuelva a recuperar, porque en tres elecciones regionales celebradas paralelamente a la del Bundestag los liberales se quedaron por debajo del límite del cinco por cien. Si continuará esa tendencia –y en la actualidad todo indica que será así– el final parlamentario del FDP llegará pronto. Si el próximo año no volviera a los parlamentos regionales de Renania del Norte-Westfalia y Hesse, empezaría también inevitablemente el debate en Bonn para ver cómo se puede salvar del final definitivo dentro de cuatro años. Es probable que el FDP, ante la certeza de su muerte, se suicide, con un cambio de rumbo hacia la izquierda en un intento de formar una coalición con el SPD y los Verdes.
Esta llamada coalición-semáforo ya se ha probado con cierto éxito en el land de Brandeburgo. Terminó prematuramente y cuando poco después se celebraron elecciones, los liberales ya no volvieron al Parlamento regional de Potsdam. El resultado electoral del 16 de octubre de 1994 supone una última advertencia para el FDP. Si no renueva sus programas y sus líderes, se producirá un cambio de coalición en Bonn en no más de dos años. Entonces, o llega la gran coalición de CDU/CSU y SPD, o la coalición-semáforo. Rudolf Scharping, presidente del SPD, que inmediatamente después de los comicios se hizo elegir…

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