Estas páginas tratan de encontrar respuesta a estas cuestiones. Al autor le importa, por dos razones, precisar que este artículo está escrito en agosto de 1992. En primer lugar, porque esta fecha permite comprender la “lógica de la situación”. Estas líneas están escritas cuando el proceso de ratificación del Tratado está abierto y su resultado es, por tanto, incierto. Se han celebrado ya los referendos de Dinamarca e Irlanda, ha tenido lugar el Consejo Europeo de Lisboa, pero hasta el último día del verano no se despejará la incógnita del referéndum francés y en otoño las Cortes Españolas y los Parlamentos de la mayor parte de los Estados miembros decidirán sobre la ratificación del Tratado. Así pues, la situación de hoy es distinta a la del año pasado, cuando se negoció el Tratado. Si se ratifica, otra será la percepción de estas cuestiones que ahora nos ocupan.
En segundo lugar, porque le interesa aclarar que estos papeles, escritos lejos del despacho en los días de vacaciones de este verano de 1992, recogen un punto de vista personal. No porque lo que aquí se diga sea original sino porque las cuestiones planteadas son opinables y su respuesta entra más en el campo del ensayo que en el de la ordinaria administración de los asuntos comunitarios, ocupación profesional de quien suscribe.
I. Explicación del Tratado de la Unión Europea y su utilidad
Este primer apartado trata de responder a la primera pregunta del cuestionario: ¿Es necesario, o al menos útil, el Tratado?
Para poder valorar adecuadamente el significado del Tratado de la Unión Europea y su contenido tenemos que recordar brevemente en qué consiste la Comunidad Europea y en qué momento del proceso de integración europea se plantea la reforma que abre este Tratado.

Gorbachov y su 'nueva política'
Fragmentos de Europa
Después de Jomeini
Las relaciones culturales entre los dos Estados alemanes
España y la Unión Monetaria Europea
¿Una nueva estrella en la bandera de EEUU?
El sistema bancario español se prepara para la competencia europea