En los últimos dos años se han sucedido cambios enormes en Europa y en casi todo el mundo. El imperio soviético se ha derrumbado; Rusia tiene una tasa de inflación del 1.500 por cien y Ucrania aún mayor. Las nuevas democracias de Europa del Este miran al Oeste y tratan de reconstruir sus países siguiendo un modelo democrático. En la antigua Yugoslavia, se está librando una guerra cruel. La economía de Estados Unidos –la más poderosa del mundo– ha estado luchando por su competitividad durante los últimos dos años, mientras que en Japón el crecimiento económico está cayendo y el sector financiero tiene serios problemas. Dentro de la Comunidad Europea, Italia, Francia, Alemania, Grecia y España se enfrentan a dificultades económicas crecientes, igual que el Reino Unido. El mundo no había visto un torbellino de sucesos coincidentes así en muchas décadas, y eso es un trasfondo importante en cualquier debate.
Para nosotros, la pregunta esencial es bastante sencilla: ¿Va a jugar Gran Bretaña un papel central en el desarrollo futuro de Europa? La respuesta que demos a esa pregunta es fundamental para nuestro bienestar político y económico.
No tengo ninguna duda sobre la respuesta. Por nuestro propio interés nacional, tenemos que comprometernos a jugar un papel central en el futuro de la Comunidad Europea. No creo que sea positivo para el Reino Unido quedarse en el banquillo de Europa y permitir que otros determinen su política. Eso no está en nuestros intereses y nunca lo estará. Muy poca gente abogaría por salir de la Comunidad Europea en esta etapa; además, nuestra condición de Estado miembro es una cuestión aceptada por todos los grupos políticos presentes en nuestro Parlamento.
El punto crítico gira en torno al modelo de Europa que nos gustaría ayudar a construir. Debemos reconocer que la Comunidad se…

Ampliar la UE: complejidad y posición de España