El inicio de los preparativos de la conferencia intergubernamental que se celebrará en 1996 ha suscitado la pregunta de qué atención debe prestarse a la Unión Económica y Monetaria (UEM), tal y como se configuró en el tratado de la Unión Europea (TUE).
En la delimitación del alcance exacto de la nueva conferencia desempeñará un papel destacado el “grupo de reflexión” que, bajo presidencia española, ofrecerá su informe al Consejo Europeo de Madrid el próximo mes de diciembre.
No obstante, los acontecimientos posteriores a la aprobación del TUE: la recesión económica y la crisis del Sistema Monetario Europeo (SME) durante el período 1992-93; el “desencanto” con el TUE iniciado con el no danés de junio de 1992; la ampliación de la Unión Europea a 15 miembros y, sobre todo, la perspectiva de una futura ampliación hacia el Este han dibujado progresivamente un escenario en el que el temario de la conferencia de 1996 pudiera resultar ampliado respecto a lo inicialmente previsto en Maastricht. En general, se ha ido imponiendo la idea de que la nueva conferencia deberá ocuparse de la unión política. Después de todo, la convocatoria prevista en el artículo N del TUE fue el compromiso final que se adoptó en la de 1991, a la vista de la imposibilidad de alcanzar un acuerdo sobre los deseos de ciertos países en materia de unión política (así, el deseo alemán de ampliar los casos de aplicación del nuevo procedimiento de codecisión entre el Consejo y el Parlamento; la aspiración de varios países, entre ellos España, de que se regularan con más detalle las cuestiones de defensa; el deseo de otros de incluir nuevas políticas comunitarias, en materias de energía o protección civil, etcétera). Ninguna de estas materias atañe, al menos directamente, a la UEM.
Aunque…

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