No es sencillo describir brevemente las capacidades militares chinas. Por un lado, debido al secretismo que envuelve su funcionamiento y sus procesos de modernización; por otro, por su particular estructura, derivada de su novedosa doctrina de empleo y de su dependencia directa del Partido Comunista Chino (PCCh); y, adicionalmente, por las dudas que suscita su competencia profesional en campos en los que apenas tienen experiencia de combate.

En cuanto al secretismo, es importante recordar que la inmensa mayoría de la información que aparece en Occidente sobre las fuerzas armadas chinas proviene de documentos emitidos por el propio gobierno chino, normalmente traducidos al inglés. Y, en consecuencia, hay que valorarlos como lo que son: mensajes que envían al exterior, que pueden ser ciertos o no.

Con referencia a su particular estructura, las fuerzas armadas chinas –denominadas Ejército Popular de Liberación (EPL)– se articulan en un componente terrestre, mayoritario y predominante en su jerarquía (principalmente por razones históricas), otro naval y otro aéreo. A estos se suman las fuerzas de cohetes (que engloban los misiles balísticos basados en silos terrestres y que hoy son la espina dorsal de la capacidad de disuasión nuclear china) y las antes denominadas fuerzas de apoyo estratégico. Estas últimas están divididas desde 2024 en tres partes: una fuerza aeroespacial (dedicada a la acción militar en el espacio ultraterrestre), una fuerza de apoyo a la información (dedicada al combate en el ámbito cognitivo) y una fuerza ciberespacial, junto con un mando de apoyo logístico conjunto. Todos ellos están bajo la autoridad directa del presidente Xi Jinping a través de un organismo denominado Comisión Militar Central (CMC).

Además del EPL, la República Popular China (RPCh) dispone de una Policía Armada Popular, un cuerpo policial de naturaleza militar, al estilo de nuestra Guardia Civil, que apoya a las fuerzas…