La opinión de los ciudadanos y líderes norteamericanos puede resumirse a finales de 1994 como el reflejo de un “internacionalismo pragmático”. Los cambios revolucionarios de los últimos cinco años –el final de la guerra fría y la desaparición de la Unión Soviética, la transformación de las sociedades de Europa del Este y la unificación de Alemania– han suavizado la idea internacionalista del mundo que los norteamericanos han mantenido durante las últimas décadas.
Alrededor de dos terceras partes de la opinión pública y casi todos los dirigentes norteamericanos siguen estando a favor de que EE UU desempeñe un papel activo en los asuntos internacionales. Sin embargo, a mediados de la presente década, los norteamericanos centran su atención en los problemas internos y se oponen cada vez más a intervenir en los asuntos de otros países; se resisten a cargar en solitario con el peso del liderazgo internacional, pero están dispuestos a compartir la responsabilidad a través de la participación en organizaciones multilaterales.
No obstante, se hacen algunas distinciones inesperadas:
- A pesar del deseo de muchos de permanecer al margen de los asuntos de otros países, existe un fuerte apoyo a las Naciones Unidas y un grado considerable de disposición a poner tropas norteamericanas al mando de oficiales de la ONU para llevar a cabo operaciones de paz.
- Pese a que Corea del Norte es uno de los países menos apreciados por los norteamericanos, hay un deseo de normalizar las relaciones diplomáticas con ese país.
- Aunque el líder palestino Yasir Arafat se encuentra entre los dirigentes mundiales menos admirados, predomina el apoyo a un Estado palestino independiente.
- Por mucho que Japón esté considerado como un comerciante injusto, existe la convicción de que debería ocupar un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU.
- A pesar de que los estadounidenses prestan ahora…

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