El más reciente apunte en esa ya larga secuencia de actos inamistosos ha sido protagonizado por China en Taiwán, con el desarrollo de las maniobras Espada Conjunta-2024B, en torno a Taipéi el pasado día 14 de octubre.
En paralelo al agresivo discurso que propaga la diplomacia china de los “lobos guerreros” –dando a entender que el independentismo taiwanés es un cáncer que debe ser eliminado– el Ejército Popular de Liberación (EPL) viene ejercitándose desde hace años en torno a la isla. Sus maniobras le sirven para ensayar abiertamente diferentes métodos para destruir a las fuerzas independentistas y bloquear la isla para evitar que Estados Unidos y sus aliados puedan auxiliarla.
En esta línea, el EPL ha ido mejorando sus capacidades de proyección de poder aéreo y naval. Pekín pretende convencer a propios y extraños de que la navegación a través de las aguas del estrecho de Taiwán queda reservada únicamente a los buques chinos y autorizados. Como parte sustancial de la estrategia de ahogo sobre la isla, China, convertida ya en el principal socio y cliente de la mayor parte de los países de la ASEAN, busca también ganarse la voluntad de sus vecinos de la zona, o al menos evitar que tomen partido activo en su contra.
Por su parte, las autoridades de Taipéi se afanan por mejorar sus defensas y por sumar aliados, conscientes de su inferioridad de capacidades con respecto a su gigante vecino. Es EEUU quien está a la cabeza del grupo de suministradores de armamento cada vez más sofisticado a las fuerzas armadas locales –la cartera de pedidos aprobados a finales del pasado año supera los 14.000 millones de dólares–, aunque siempre se muestre reticente en poner en sus manos el material más avanzado por temor a la respuesta de Pekín. También es EEUU el…

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