La inesperada victoria de Vladimir Zhirinovski y su partido en las elecciones legislativas de Rusia, no prevista ni por los sociólogos ni por Boris Yeltsin y su equipo, exige una reflexión profunda sobre las razones de este entusiasmo popular hacia un hombre motejado de “bufón” por los intelectuales y por una gran parte de la prensa rusa. Las reacciones a esta victoria espectacular en el campo de los “demócratas” (pongo la palabra entre comillas porque su contenido en la Rusia de hoy parece cada vez más vago) fueron en su mayor parte iracundas y carentes de análisis.
La opinión más extrema pertenece a la “Pasionaria” rusa, la líder de la Unión Democrática, Valeria Novodvorskaia: “Según el artículo 13 de la Constitución, el Partido Liberal Democrático de Zhirinovski y todas las agrupaciones comunistas pueden ser prohibidos, porque predican la discordia nacional y social. Puede llevarse a cabo por medio de un decreto presidencial. Y si no, son las cámaras de gas, los hornos crematorios y las prisiones lo que nos espera. Yo habría propuesto a Boris Nikoláievich (Yeltsin) olvidar la palabra “democracia”. Rusia ha demostrado su incapacidad para la democracia. Los que han votado en favor de los comunistas y del PLDR (Partido Liberal Democrático de Rusia) no son el pueblo, son la plebe. Y la plebe ama el fascismo. Esa es la razón de que deba crearse una Guardia Nacional en las próximas semanas. Todos nosotros nos alistaremos inmediatamente. Y si se equipa de armas modernas y de aviación, tendremos con qué defendernos” (Komsomolskaia Pravda, 16 de diciembre de 1993). Numerosos intelectuales menos belicosos, pero suficientemente militantes han reaccionado a la victoria de Zhirinovski creando un Frente Antifascista Panrruso, renovando así la tradición de la izquierda y la extrema izquierda europeas en vísperas de la Segunda Guerra mundial.
La reacción…

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