En los meses transcurridos desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos hemos visto cómo saltaban por los aires algunos de los fundamentos del orden liberal internacional nacido tras la Segunda Guerra Mundial. Con la imposición de aranceles a todo el mundo, el sistema de libre comercio daba paso al proteccionismo. Y la globalización, que supuestamente era todo win-win, pero que había dejado demasiados perdedores por el camino, cedía ante la lógica de la geopolítica, en la que prevalece la pura relación de fuerzas. Como dicen el politólogo búlgaro Ivan Krastev y el británico Mark Leonard, director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Estados Unidos ha pasado de liderar un sistema liberal a promover el proteccionismo y el iliberalismo.
Sin embargo, más allá de la impronta personal de Trump, es necesaria una reflexión sobre lo que la actual presidencia de Estados Unidos significa en el marco de tendencias más amplias que están transformando el orden internacional de las últimas décadas. Para empezar a desbrozarlo puede ser útil recurrir a esta idea de Henry Kissinger: “Trump puede ser una de esas figuras que aparece de vez en cuando en la Historia para marcar el final de una era y obligarla a abandonar sus viejas pretensiones”.
Cambio de era
Un cambio de era no es cualquier cosa. Es un fenómeno abarcador que puede incluir tanto el final del periodo de hegemonía de Estados Unidos, como el ocaso de la época dorada de la globalización y la terminación de un orden global basado en normas. Trump considera que tiene una misión que es precisamente revertir el declive norteamericano y devolver a Estados Unidos la grandeza supuestamente perdida. Su lema no dice otra cosa: Make America Great Again. Visto desde fuera podríamos decir que Trump quiere adaptar su…

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