EL 24 de octubre, el carismático accionista mayoritario de Alibaba –el Amazon chino– y de Ant Group, su filial fin-tech–, criticó con dureza a la banca estatal ante un auditorio en Shanghái donde se encontraba la élite financiera china. La acusó de tener “la mentalidad de una casa de empeño”, y a los reguladores de “estrangular la inversión y la innovación”.
Desde entonces, y hasta su reaparición el 19 de enero en un encuentro virtual, no se le volvió a ver en público. En ese lapso, las acciones de Alibaba cayeron más de un 18%. El discurso costó a la compañía unos 12.800 millones de dólares de valor en bolsa por cada minuto de los 20 que habló Ma, cuya fortuna Bloomberg valora ahora en unos 52.900 millones de dólares, frente a los 61.000 millones del 24 de octubre.
En noviembre, las autoridades chinas –según The Wall Street Journal por órdenes directas de Xi Jinping– cancelaron en el último minuto la salida a bolsa en Hong Kong y Shangái de Ant Group, que planeaba recaudar 37.000 millones de dólares en la operación, la mayor de su tipo en la historia. La iniciativa ahora ha quedado en el aire. Es probable…

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