INFORME SEMANAL DE POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 784

#ISPE 784. 5 marzo 2012

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Desde que el presidente italiano, Giorgio Napolitano, encomendó a Mario Monti la formación de un gobierno tecnocrático que sacara a Italia de la grave crisis provocada por el prolongado desgobierno de Silvio Berlusconi, el nuevo primer ministro ha conseguido logros notables, recuperando con ello la confianza de los mercados, como lo demuestra la sensible bajada de la prima de riesgo italiana, obtenida con la inestimable ayuda de las inyecciones de liquidez del Banco Central Europeo (BCE).

El programa de reformas de Monti para flexibilizar el mercado laboral, recortar el gasto público y aumentar los impuestos para equilibrar el presupuesto en 2013 ha sido bienvenido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuyo director, Ángel Gurría, sostiene que la economía italiana podría crecer un 8% en la próxima década si el gobierno mantiene las reformas. Entre 2000 y 2007, la economía italiana creció a una tasa media anual del 1,5%, frente al 2,2% de la zona euro.

Monti se ha enfrentado prácticamente a todos los poderes fácticos italianos, incluida la Iglesia católica, que apenas paga impuestos por su enorme patrimonio inmobiliario. Varias intervenciones de alto perfil mediático de la Guardia di Finanza en resorts de lujo han enviado un claro mensaje de advertencia a los millonarios que declaran ingresos más bajos que los obreros. Al mismo tiempo, Monti ha utilizado su prestigio como riguroso excomisario europeo para refutar la idea de que la austeridad fiscal es una panacea contra la recesión y ha acompañado sus palabras con medidas concretas de liberalización de sectores blindados por el corporativismo gremial, especialmente en los servicios profesionales.

Sus esfuerzos ya han comenzado a dar fruto, como lo ha reflejado la caída de los intereses del bono italiano a 10 años al 5,6%. Y todo ello con un inédito apoyo de la…

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