El Centro de Convenciones y Exposiciones Meijiang, sede principal de la Cumbre de la OCS en Tianjin 2025 el 2 de septiembre de 2025 en Tianjin, China. GETTY.

China y Rusia impulsan un nuevo orden

La Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) se ha convertido en un prototipo para que China y Rusia institucionalicen su coordinación en asuntos geopolíticos. Sin embargo, no es una organización de alianza, ni tiene una base común de intereses geopolíticos.
Claus Soong
 |  6 de agosto de 2025

China y Rusia están utilizando instituciones multilaterales como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) para reforzar su coordinación estratégica y construir una nueva narrativa con la que remodelar el orden mundial. La OCS, que ha ampliado considerablemente su mandato desde su fundación en 2001 como foro regional para cuestiones de seguridad, se ha convertido en un prototipo para que las dos potencias institucionalicen su coordinación en asuntos geopolíticos. El objetivo es legitimar su influencia sobre las normas sociales y políticas en partes del mundo ajenas al orden basado en las reglas liderado por Occidente y promover un orden alternativo en el que el poder mundial sea compartido por múltiples Estados.

En una declaración conjunta durante la visita del presidente Xi Jinping a Moscú en mayo, China y Rusia ofrecieron un esbozo aproximado de cómo alinearían sus esfuerzos para lograrlo: “Ambas partes, junto con otros Estados miembros, seguirán reforzando la influencia internacional de la Organización de Cooperación de Shanghái, promoviendo su papel en la construcción de un orden mundial multipolar centrado en las Naciones Unidas y basado en el estricto cumplimiento de los principios jurídicos internacionales”.

Con su expansión y su creciente compromiso externo, la OCS ha ganado importancia como plataforma multilateral no occidental liderada por China. Centrada inicialmente en la seguridad fronteriza y las medidas de fomento de la confianza entre China, Rusia, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán, la OCS cuenta hoy con diez Estados miembros, entre ellos las tres principales potencias no occidentales, además de dos observadores y catorce socios de diálogo desde el sudeste asiático hasta Oriente Medio. En conjunto, representan aproximadamente una cuarta parte del PIB mundial y el 40 % de la población mundial.

En los últimos años, la organización ha transmitido una visión del mundo que hace hincapié en la soberanía y la seguridad, y amplifica los discursos de China y Rusia, como la prevención de las “revoluciones de colores” (movimientos independentistas antirrusos en Europa del Este que reciben su nombre por los colores) o el fin de una “nueva Guerra Fría”, como ha declarado Xi, y la “configuración de un orden mundial multipolar justo”, como ha señalado Putin. Mientras la Rusia de Putin se enfrenta a las sanciones occidentales por su guerra contra Ucrania, la OCS también ha proporcionado una plataforma diplomática a través de cumbres y reuniones ministeriales que han permitido tanto a Pekín como a Moscú formar un frente con los países del Sur Global más alineados con sus narrativas antioccidentales y su visión autoritaria.

La OCS también ha ampliado su enfoque a cuestiones globales como la reconstrucción de Afganistán y la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda de China, y ahora también al llamamiento a mejorar la multipolaridad internacional. Esta expansión ha dado a la organización peso político como grupo de naciones no occidentales/del Sur Global y demuestra que una institución iniciada por China puede alcanzar eminencia política sin la participación occidental, lo que acredita a China como líder en la gobernanza global, capaz de lograr la multipolaridad en el orden mundial.

 

Los intereses y valores dividen al grupo

Considerada como la respuesta de China a la contención estadounidense en el Indo-Pacífico y la respuesta de Rusia a la expansión de la OTAN, la OCS parece estar ganando mayor prominencia geopolítica, como un nuevo bloque contrario, si no antioccidental. Sin embargo, no es una organización de alianza, ni tiene una base común de intereses geopolíticos. China y Rusia están alineadas, pero no son aliadas, y tienen intereses divergentes en tratar a Asia Central como su esfera de influencia. Los miembros de Asia Central deben equilibrar sus relaciones con ambos países, al tiempo que se relacionan con actores extraterritoriales como la UE a través de la Iniciativa Global Gateway de la Unión. La India, que se unió en 2017, debe equilibrar su compromiso con todas las grandes potencias: China, Rusia y Occidente. La India también es miembro del Diálogo Cuadrilateral de Seguridad liderado por Estados Unidos (junto con Australia y Japón) y tiene conflictos fronterizos en curso con China. De hecho, hay más divergencias que alineamientos entre los miembros de la OCS, a pesar de su apariencia no occidental. El llamamiento a construir colectivamente un orden mundial multipolar no trasciende los intereses geopolíticos individuales de sus miembros.

Además de carecer de valores comunes e intereses geopolíticos coherentes, la OCS tampoco tiene influencia concreta para emprender acciones colectivas. Sus limitaciones quedaron patentes en su respuesta al ataque israelí contra Irán, un Estado miembro de pleno derecho de la OCS. Cuando Irán fue objeto del ataque, la organización tuvo poca capacidad de acción más allá de hacer llamamientos a la distensión y condenar tanto a Israel el 14 de junio como a Estados Unidos el 23 de junio por sus ataques militares. La OCS tampoco mantiene una posición unificada, ya que la India se negó a sumarse a la declaración del 14 de junio. El Ministerio de Asuntos Exteriores de la India aclaró que “la India no participó en las discusiones sobre la mencionada declaración de la OCS”.

 

Construyendo una narrativa común antioccidental

Tanto China como Rusia adoptaron una postura unificada al condenar a Israel y criticar indirectamente a Estados Unidos durante el conflicto, haciendo hincapié en las soluciones diplomáticas y criticando los ataques como violaciones de la Carta de las Naciones Unidas y de la soberanía de Irán. Su mensaje se refleja claramente en las declaraciones de la OCS y demuestra una alineación estratégica cada vez más profunda en la retórica, posicionándose en una posición moral superior en contraste con la doble moral percibida de Occidente, que tacha a Rusia de desestabilizadora por invadir Ucrania, mientras que guarda silencio o incluso alienta el ataque de Israel contra Irán. China y Rusia están promoviendo una narrativa antihegemónica contra el unilateralismo, utilizándola para justificar sus propios desafíos al orden internacional existente liderado por Occidente.

Artículo traducido del inglés de la web de MERICS.

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