Evento America's Marines 250 en Red Beach, Camp Pendleton, el 18 de octubre de 2025 en Oceanside, California. GETTY.

El mundo en cuatro cuestiones y cinco minutos

Cuatro cuestiones –la demografía, la innovación tecnológica, la globalización y la barbarie de las nuevas guerras– ilustran el nuevo mundo que está eclosionando, rompiendo algunos de los anteriores equilibrios, aunque manteniendo un cierto orden.
Andrés Ortega
 |  2 de diciembre de 2025

Estamos en otro mundo. Mucha gente ya lo está viviendo, aunque no se haya dado plena cuenta, incluidos muchos responsables políticos occidentales. Veamos cuatro cuestiones básicas –la demografía, los factores humanos y energéticos de la innovación, el comercio internacional y la creciente crueldad de las guerras actuales– que muestran que la tecnología importa, sí, pero que la gente importa aún más.

 

Inversión demográfica

Se estima que en 1800 Europa contaba con unos 187 millones de habitantes; Estados Unidos con 5,3 millones; China con 330; y África alrededor de 100. Hoy, cada 5 minutos, la UE suma unas 9 personas (casi todas por inmigración); Estados Unidos, unas 25 (en parte por inmigración); e India, ¡123! El Norte global experimenta un claro declive demográfico mientras que la población del Sur continúa creciendo. En África, cada 5 minutos se suman aproximadamente 300 personas por crecimiento natural. Aun así, su emigración neta es tan reducida que, a esta escala, se considera prácticamente neutra. En Asia (sin India ni China), cada 5 minutos se añaden unas 190 personas gracias a que los nacimientos superan a las muertes. China (y Japón) constituyen la excepción: cada 5 minutos pierden más de 13 habitantes.

Las migraciones, en términos globales, tampoco son tan voluminosas: en 2024 había alrededor de 304 millones de personas viviendo fuera de su país de nacimiento, menos del 4% de la población mundial. En 1990 eran 154 millones (2,6%). Más de un tercio de estos movimientos se producen entre países del Sur. La cifra aumentará previsiblemente. Algunos investigadores hablan incluso de una “migración invisible”, comparable para algunos a la que se produjo en la fase final del Imperio romano. Aunque la fertilidad cae en casi todo el planeta, la población mundial sigue aumentando de forma inédita, con África y Asia como motores principales.

 

Innovación e inteligencia artificial

La gente cuenta. Gordon Moore, cofundador de Intel, que formuló en 1965 la célebre ley que lleva su nombre, consideró que el número de transistores en un chip se duplicaba aproximadamente cada año. En 1975 refinó su cálculo: la densidad de transistores se duplicaría cada 18–24 meses. ¿Está llegando a su fin porque los chips ya no pueden miniaturizarse más? Es posible. Pero Moore no previó que cada vez serían necesarias más personas para mantener su ley en marcha. De hecho, desde 1975 el número de profesionales requeridos se ha multiplicado por 20, sobre todo por la creciente complejidad del ecosistema. Hoy se necesitan auténticos ejércitos de millones de ingenieros, químicos, ópticos, programadores y técnicos para cada nuevo avance. En 1975 bastaban cientos de miles.

Un estudio de la Brookings Institution estima que entre 150 y 430 millones de personas trabajan, directa o indirectamente, en tareas de anotación, etiquetado o moderación de datos para la IA y las redes sociales. Aunque algunas IA empiezan a reducir estas necesidades, las consecuencias pueden ser negativas. Gran parte de esta fuerza laboral, mal pagada, procede de países del Sur.

Estados Unidos continúa en cabeza, pero China ha despegado con fuerza pese a los intentos estadounidenses por dificultar su desarrollo en IA. China emplea unos 2,6 millones de investigadores a tiempo completo, frente a los 1,7 millones de Estados Unidos. Aunque EEUU tiene más investigadores per cápita, China supera en términos absolutos y ya produce más artículos muy citados. Si hablamos de talento cognitivo excepcional, según cálculos de Alex Tabarrok, ocurre algo similar: unos 170.000 trabajadores con un coeficiente intelectual igual o superior a 145 en EEUU, frente a unos 770.000 en China. Esto no impide que aumente el desempleo juvenil en una China envejecida, incluso entre los titulados.

Hay otro componente en esta carrera por la IA: puede que EEUU disponga de sistemas más avanzados y Trump esté impulsando una gran inversión en centros de procesamiento, pero estos consumen muchísima electricidad, costosa y contaminante. China, la gran potencia mundial en renovables, subvenciona además la electricidad destinada a la fabricación de chips y sistemas de IA, lo que puede darle una ventaja decisiva. En 2024 instaló 429 GW adicionales de capacidad energética, buena parte en carbón, pero más de seis veces la capacidad neta añadida por EEUU ese mismo año. Trump recorta subvenciones a las renovables; China las incrementa. Solo en 2024 China instaló más turbinas eólicas y paneles solares que el resto del mundo combinado. Su boom de energía limpia se expande internacionalmente y China ya gana más por sus exportaciones de renovables y tecnología asociada que EEUU por sus exportaciones de petróleo y gas. Conviene recordar que las consultas a IA generativa consumen entre 2 y 5 veces más energía que una búsqueda web tradicional optimizada, según cálculos de ChatGPT.

 

Globalización y orden global

La globalización no desaparece: se transforma. El orden global multilateral sigue existiendo, incluso si ya no coincide con los alineamientos geopolíticos clásicos. Cada 5 minutos vuelan unos 400 aviones en todo el mundo, sin colisiones significativas. Hay unos 110.000 buques mercantes, con entre 40.000 y 60.000 navegando simultáneamente, y tampoco chocan de forma apreciable. La globalización continúa funcionando, pese a los sobresaltos y al caos creciente en la órbita terrestre debido al auge de los satélites. Eso sí, el orden geopolítico está mutando.

Pese a la guerra arancelaria reactivada por Trump (ya iniciada en su primer mandato), el comercio mundial se mantiene, incluso crece. Según la OMC, el comercio global de bienes y servicios aumentó un 4% en 2024, tras caer un 2% en 2023. Cada 5 minutos se comercia en el mundo por valor de unos 300.000 millones de dólares. En volumen, la tendencia ascendente se prolonga desde hace décadas. Cada 5 minutos circulan entre 6.500 y 7.000 contenedores estandarizados –un invento de los años 50 esencial para la globalización–.

El mundo es menos plano: el comercio intrarregional crece con más rapidez, especialmente en Asia, Norteamérica y Europa. Entre bloques lejanos crece menos o se estanca, sobre todo entre EEUU y China, y entre China y Europa, con un desacoplamiento parcial (principalmente tecnológico). Rusia, debido a la guerra de Ucrania, constituye un caso aparte: comercia ahora más con China y con el Sur Global.

 

Guerras cada vez más mortíferas

Unas dos personas mueren cada cinco minutos en conflictos armados, una cifra que ha aumentado de forma notable en pocos años. La tecnología –como el uso de drones para atacar a soldados individuales– no está volviendo las guerras menos letales, también para los civiles. Lo seguimos viendo en Ucrania, Gaza y otros escenarios. ¿Reducirán estas cifras los robots que sustituyan a soldados? Nada lo garantiza por ahora. La guerra tecnológica podría volverse incluso más cruel. La tecnología no inmuniza frente a la barbarie.

Podrían añadirse otros fenómenos: la nueva carrera armamentística, los retrocesos en la lucha contra el cambio climático o el declive global de la democracia y las libertades. Aun así, el mundo mantiene ciertas bases comunes, aunque los equilibrios están cambiando de forma profunda, invirtiendo el predominio occidental de los últimos siglos. Y estas transformaciones no solo afectan a las relaciones entre países, sino también a las dinámicas internas de las sociedades.

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