El Consejo Europeo del 11-12 de diciembre puso fin a una presidencia francesa de la UE que ha permitido a Nicolas Sarkozy dejar su marca personal en el proceso de la construcción europea. No fueron, sin embargo, su ambicioso plan de relanzar el proceso de Barcelona, consagrado en la Cumbre Euromediterránea del pasado 14 de julio en París, ni su decidida manera de hacer frente a la crisis en Georgia de este verano, ni tampoco el pacto sobre inmigración que forjó en el Consejo del 15-16 de octubre los logros que convirtieron su presidencia en un éxito.

El Consejo Europeo de diciembre aprobó, pese a las reticencias de Alemania, un acuerdo por el que los Veintisiete se comprometen a gastar 200.000 millones de euros, el 1,5% del PIB comunitario, en estímulos fiscales, dado que, según las últimas estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), la recesión será más profunda y duradera de lo que se esperaba. Su director gerente, Dominique Strauss-Khan, advirtió en Madrid que la recuperación no comenzará hasta bien avanzado 2010.

La decisión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de reducir su producción en 2,2 millones de barriles diarios (mbd), un 7% del total, ha tenido mínimos efectos sobre los precios del crudo. No es extraño: hay 50 mb –suficientes para cubrir la demanda de Francia durante un mes– almacenados en unos 25 tanques anclados en puertos de todo el mundo porque no se pueden vender, lo que indica que la oferta supera la demanda.

Tras daños en 38 bancos, decenas de personas heridas, entre ellas 37 policías, y destrozos materiales por valor de 1.000 millones de euros, no parece que la oleada de disturbios en Grecia vaya a remitir pronto, lo que plantea un problema que ya ha comenzado a preocupar a otros gobiernos europeos por su carácter sintomático de un malestar social que podría agravarse el próximo año, a medida que la recesión dispare las tasas de desempleo en toda la UE.

Los israelíes se preguntan estos días por qué el ejército no actúa contra Hamás ante el evidente desmoronamiento de la tregua –o calma, como prefiere llamarla la organización islamista palestina– que el pasado 14 de diciembre hizo un alarde de fuerza convocando una multitudinaria manifestación en Gaza para celebrar el 21 aniversario de su fundación.