EL famoso comentario de Giulio Andreotti de que el poder desgasta a quienes no lo tienen, suele ser cierto en tiempos de bonanza. Pero las crisis económicas son corrosivas para los gobiernos, sea cual sea su signo político o la popularidad de sus presidentes. El presidente mexicano, Felipe Calderón, y la presidenta argentina, Cristina Fernández, pueden dar fe de ello tras haber sufrido sendas derrotas en las elecciones legislativas de mitad de periodo, lo que hará que la segunda parte de sus mandatos se vaya hacer muy cuesta arriba.

LA agricultura y la alimentación se convirtieron en uno de los puntos centrales de la agenda de la reunión del G-8 en L’Aquila (Italia), en la que participaron también España, China, Rusia, Egipto, Brasil y una veintena de países más. Al cierre de esta edición de INFORME SEMANAL, la cumbre se disponía a lanzar de una iniciativa para la seguridad alimentaria dotada con más de 12.000 millones de dólares con el fin de impulsar un cambio en la estrategia global, de modo que pase de centrarse en las donaciones de alimentos a invertir a largo plazo en el desarrollo agrícola de países en desarrollo.

La visita de Barack Obama a Moscú ha permitido al Kremlin superar sin costes la “pequeña guerra fría” librada durante los últimos años de la administración de George W. Bush, que registró su momento álgido tras la ofensiva relámpago de Rusia contra Georgia en el verano de 2008. Ahora, el relanzamiento (reset) de las relaciones bilaterales vuelve a situarlas en los niveles que alcanzaron durante la fugaz “luna de miel” que siguió a los atentados del 11-S y representa un importante espaldarazo internacional a la peculiar diarquía que conforman Vladimir Putin y Dmitri Medvedev

La abrupta retirada del presidente chino, Hu Jintao, de la cumbre del G-8 en L’Aquila por los disturbios en la región autónoma de Xinjiang, en el extremo occidental del país, fue la más elocuente muestra de la importancia que el régimen de Pekín ha dado al último estallido de violencia interétnica, que ha causado más de 150 muertos y un millar de heridos, la más grave desde la revuelta tibetana de marzo de 2008.

EL ayuntamiento de Jerusalén ha cedido finalmente a la presión internacional –sobre todo a la de EE UU– al proponer un plan para legalizar las miles de construcciones palestinas no autorizadas en la ciudad. Paralelamente, su consejo municipal tiene previsto limitar de forma drástica la envergadura de las demoliciones de viviendas en los barrios árabes