Los problemas –económicos y financieros, políticos e institucionales– a los que se enfrenta la Unión Europea han quedado eclipsados por la emergencia migratoria, sobre la que acaba de centrarse el Debate sobre el Estado de la UE. Durante la sesión parlamentaria en Estrasburgo, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, apeló a una mayor solidaridad de los 28 a la hora de conceder alojamiento y manutención temporal al casi medio millón de refugiados que ha entrado en territorio europeo a través de Grecia, Italia y Hungría.

La ralentización de la economía china y los problemas de Brasil, Rusia o Suráfrica, entre otros países, por la caída de los precios de las materias primas han disparado una huida de capitales de los mercados emergentes y generado una creciente desconfianza entre los inversores sobre sus perspectivas económicas a corto y medio plazo. Según el Wall Street Journal, el patrimonio de los fondos de inversión en los ME se ha reducido un 13% de media desde julio debido a la caída de sus bolsas. El Shanghai Composite, por ejemplo, ha perdido un 39% desde junio.

El Ejército de Liberación del Pueblo (ELP) se fundó en 1927 como brazo armado del Partido Comunista Chino (PCCH), que desde la fundación de la República Popular ha hecho todo lo que ha estado en sus manos para que siga siéndolo. De hecho, uno de los pocos dogmas que conserva el partido es su rotundo rechazo a la despolitización de las fuerzas armadas y su transformación en un verdadero ejército nacional.

La victoria de los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) en las elecciones locales y regionales marroquíes del 4 de septiembre era previsible debido al crecimiento sostenido de su caudal electoral en los últimos años. Pero esta vez su importante avance en las grandes ciudades del país –y la alta participación registrada (53,6%)–, han generado inquietud en el Majzén, un concepto ambiguo y difícil de definir pero que se refiere sobre todo al establishment marroquí, especialmente al que se concentra en torno a la monarquía y al ministerio del Interior.

La primera visita de Estado a Washington del rey saudí, Salman bin Abdelaziz, tuvo todo el boato que se esperaba de un multimillonario monarca absolutista que es además el Jadim al Haramayn, es decir, el custodio de las lugares más sagrados del islam. La comitiva real reservó la totalidad de las 222 habitaciones del lujoso hotel Four Seasons para que no quedaran dudas de la importancia que el reino del desierto otorgaba a la visita en momentos en que Riad libra una guerra en Yemen en medio del desplome del precio mundial del crudo y en vísperas de que el Congreso de EE UU vote el acuerdo nuclear con Irán, el adversario histórico del islam suní y de la dinastía Al Saud.