La crisis del Golfo demuestra cómo puede llegar a cambiar el mercado de la energía. El orden internacional que protegía la situación establecida era, con todas sus imperfecciones, un sistema que funcionaba y que acaba de destrozar Saddam Husein. Las reacciones de los países industrializados han sido muy diversas y sólo EEUU se ha comportado como una potencia mundial.