La “cumbre de enero” de la OTAN ha proporcionado un soplo de aire fresco a la Alianza y ha garantizado su existencia hasta el fin del milenio. Los europeos han sido avisados de que sus aliados norteamericanos no tienen la intención de liderar por su cuenta ni de responsabilizarse de mantener el frágil orden de seguridad europeo, ya sea en el marco de la OTAN o de cualquier otra manera. Así, se han pospuesto las grandes decisiones en la Alianza hasta que exista la necesaria voluntad política y los europeos decidan compartir el liderazgo y las responsabilidades de la nueva alianza en el nuevo “orden geopolítico europeo”.

Entre tanto, se han tomado tres decisiones: primero, para ayudar a la “estabilidad” en el Viejo Continente y estrechar las relaciones con los antiguos miembros del Pacto de Varsovia, la Alianza les ha propuesto una “Asociación para la Paz”, que consiste en ofrecer cooperación militar inmediata conjuntamente con la promesa de su incorporación a la organización en un futuro sin determinar. Segundo, la OTAN ha decidido formar las nuevas Combined Joint Task Forces e incorporarlas a su estructura militar, las cuales proporcionarán a los europeos más peso dentro de la Alianza y facilitarán la intervención en futuros conflictos del tipo balcánico. Y tercero, el presidente Clinton ha reafirmado su compromiso con la seguridad europea y ha prometido mantener, al menos, cien mil efectivos militares de EE UU en Europa.

De este modo, el proceso de redefinición de la Alianza y “su relación con sus antiguos adversarios tras el fin de la guerra fría ha dado un tímido paso hacia adelante, y continúa, como en el pasado, la definición por parte de la Alianza de la geografía de Occidente, paralela a su concepto de seguridad: la razón de ser de la OTAJSL La presencia…