En las primeras declaraciones tras el asalto al Capitolio, Joe Biden calificó a los responsables de “terroristas domésticos”. La realidad es más incómoda. Una investigación de The Washington Post sobre el origen de los manifestantes identificados, ha encontrado que provenían de al menos 36 Estados y hasta de Canadá. De todos los sectores y profesiones: abogados, inmobiliarios, veteranos del ejército, trabajadores de la construcción o enfermeras, además de miembros de iglesias evangélicas y milicias supremacistas blancas como los Proud Boys o el neonazi National Socialist Club.
Todos tenían algo en común: eran blancos y la mayoría, hombres. Los más radicales buscan reconstituir la Confederación o instaurar un Estado autoritario de partido único basado en un sistema racial de castas; con Donald Trump, o alguien similar, como presidente vitalicio. Su ideología es simple: las jerarquías raciales son naturales y hasta deseables; la violencia es el único modo de lograr la sumisión de las castas consideradas inferiores.
Desde los años sesenta, la bandera confederada simboliza la oposición a los derechos civiles de los negros. Uno de los manifestantes llevaba una camiseta que decía “Camp Auschwitz” con una calavera y tibias cruzadas, además del lema “Arbeit macht frei” (El trabajo libera). El 6…

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