Hace un año los países de la OPEP+, el cártel de productores de petróleo, consiguieron reanimar los precios gracias a una estrategia de recortes de la producción. Sus esfuerzos sirvieron durante unos meses, en los que el petróleo pasó de 72 dólares a principios de junio hasta superar los 96 dólares a finales de septiembre de 2023. Fue un rebote intenso, pero efímero, ya que pronto volvieron las dudas a los mercados. Desde entonces, acumula una lenta caída que ha llevado al precio del barril de vuelta a los mínimos del año pasado. Incluso una sesión cerró por debajo de los 70 dólares.

Los países del cártel han perdido su capacidad para generar temor entre los inversores y las empresas. Es más, ni siquiera el contexto de inestabilidad en Oriente Próximo por la guerra en Gaza ha conseguido despertar tanta inquietud como en el pasado. Una de las causas del fracaso de la OPEP+ es que sus miembros no aplican los recortes de la producción acordados para evitar perder cuota de mercado. En los años en los que la demanda superaba a la oferta no tenían problemas en perder algo de cuota, porque era fácil recuperarla. Pero ahora las cosas han cambiado: perder clientes implica un riesgo de no poder recuperarlos.

Este es el verdadero causante de las caídas del petróleo. Se unen dos factores. El primero es que cada vez es mayor la producción de crudo en países no alineados con la OPEP, empezando por Estados Unidos. Gracias a la técnica del fracking, EEUU se ha convertido en el primer productor del mundo de crudo, revirtiendo la caída que sufrió en los primeros años de los dos mil. Para Washington, su producción de petróleo es una política estratégica porque le ha permitido quitar a la OPEP el poder…