Vivimos un momento de cambio acelerado en la sociedad internacional. Pero todavía no está claro en qué desembocará el cambio: lo viejo se resiste a morir, mientras lo nuevo no acaba de nacer. Esto provoca una búsqueda de patrones reconocibles que nos permitan navegar aguas desconocidas. Y el marco de referencia que con más frecuencia se emplea hoy es el de la Guerra Fría. Pensadores como Niall Ferguson, Hal Brands, John Lewis Gaddis o Robin Niblett ven en el mundo que nos rodea una “Segunda Guerra Fría”, con importantes diferencias respecto a la primera, pero con suficientes paralelismos como para servirnos de marco conceptual. Las dos guerras mundiales tienen enormes diferencias, pero suficientes paralelismos como para poder considerarlas dos capítulos de una misma guerra separados por un armisticio de 20 años, como proféticamente llamó el General Foch a la Paz de Versalles.

Entender la situación actual como una Segunda Guerra Fría, separada de la primera por un armisticio de 31 años, entre 1991 y 2022, proporcionará el andamiaje necesario para encajar los cambios actuales. Pero, como todo marco de referencia, reclama una permanente vigilancia ante las diferencias y matices que distinguen el marco de la realidad. Concebir la actualidad como una Segunda Guerra Fría permite una aproximación a los países del Sur Global, pero no es más que un mapa. Y, para ser útil, todo mapa debe simplificar el territorio cartografiado, escondiendo detalles a primera vista irrelevantes. Es como la más grande de las muñecas rusas, las matrioskas, que encierran en su interior otras muñecas.

Primera matrioska: el regreso a los ‘No Alineados’

Si aceptamos que estamos viviendo una Segunda Guerra Fría, el “Sur Global” no es más que el nuevo nombre del Movimiento de los No Alineados (MNA). En 1955 un grupo de países, liderados por India,…