Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior

 |  7 de septiembre de 2009
Batalla por el “alma” de la Comisión.

La agenda europea se presenta repleta de asuntos que requieren una urgente resolución en los meses que quedan del año. El presidente del Parlamento Europeo, el polaco Jerzy Buzek, está presionando a los eurodiputados para que voten cuanto antes la elección de Jose Manuel Durão Barroso para un segundo mandato como presidente de la Comisión.
Sin embargo, algunos grupos preferirían esperar hasta después de las elecciones alemanas del 27 de septiembre, y del referéndum irlandés, previsto para el 2 de octubre, sobre el Tratado de Lisboa. Mientras en Bruselas y Estrasburgo se libra esa batalla política, se está desarrollando en paralelo una batalla de las ideas para hacerse con el “alma” de la próxima Comisión.
En junio fue el European Policy Center el que presentó sus propuestas para la nueva Comisión. El 1 de septiembre fue el turno de Bruegel, un think-tank con sede en Bruselas creado en 2005 y financiado por un patronato público-privado de empresas y gobiernos comunitarios.
El informe de Bruegel, titulado “Memos para la nueva Comisión: las prioridades económicas de Europa 2010-15”, ha sido coordinado por André Sapir, profesor de Economía en la Universidad Libre de Bruselas. El informe está organizado como una serie de memorándums que diferentes autores dirigen a los futuros comisarios con recomendaciones sobre las políticas a seguir en sus respectivas áreas. El primer memorándum está dirigido al presidente de la Comisión y se titula “Prioridades para su mandato”.
El texto empieza por afirmar que la crisis está cuestionando la legitimidad de la ue debido a que durante los últimos 20 años la integración europea ha estado asociada con la liberalización. Y dado que la crisis actual es percibida como una consecuencia de la liberalización financiera, considera necesario redefinir el papel de los gobiernos y los mercados en el sistema financiero. El problema, apunta, puede venir del hecho de que la reacción contra la liberalización pueda convertirse en una reacción contra la UE.
Los ciudadanos, subraya, necesitan saber cuál es la razón de ser de la ue, por lo que es preciso encontrar una nueva narrativa que se lo explique y permita a ciudadanos europeos con diferentes señas de identidad políticas y culturales identificarse con la Unión.

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