África al alza: un mundo de oportunidades

Sankie Mthembi-Mahanyele
 |  28 de abril de 2016

El continente africano siempre ha tenido un enorme potencial, pero muchos de sus Estados se han visto postrados por conflictos, corrupción y subdesarrollo. Ahora, sin embargo, su estrella está al alza, lo que se refleja en una mayor confianza global en las economías africanas. Se estima que para 2020 el PIB de toda África podría alcanzar los 2,6 billones de dólares, con un consumo de 1,4 billones. Es probable que haya un fuerte crecimiento en el número de familias capaces de ganar por encima de lo necesario para pagar los gastos domésticos, con unos 128 millones de hogares con ingresos discrecionales para gastar. Además, el continente es el hogar de gran parte de la tierra cultivable sin labrar en el mundo.

Estas proyecciones inciden en la capacidad africana para crecer económicamente y en el potencial de este crecimiento para reducir el riesgo de conflictos. Pero para asegurar que el continente pueda desarrollar todo su potencial son necesarios nuevos sistemas y un compromiso político significativo.

Paz, prosperidad y una vida mejor para todos los africanos solo surgirán de sistemas socio-políticos sustentados en pilares democráticos firmes y una legislación lo suficientemente razonable para permitir el crecimiento y la competencia. Las economías más prósperas se debilitarán pronto si la plaga de la corrupción incontrolada no se corta de raíz. Todos hemos visto lo que puede suceder en una sociedad próspera cuando la corrupción arraiga. Es la razón por la que un sistema judicial funcional y con capacidad es crucial: puede ayudar a gestionar las irregularidades cuando emergen y ser árbitro o fuerza neutral, crítica, para la gestión exitosa de una economía.

 

Los gobiernos ahora entienden que cuando las instituciones son funcionales el crecimiento es más alto, la innovación y la creatividad mejores

 

Los países africanos reconocen ahora, más fácilmente que en el pasado, que las empresas son mejores dentro de un sistema financiero estable y, en general, con políticas económicas sólidas que permitan la libertad y el incremento de los flujos de inversión. Los gobiernos ahora entienden que cuando las instituciones son funcionales el crecimiento es más alto, la innovación y la creatividad mejores, el ambiente político queda libre de guerra y violencia y los derechos humanos, mejor protegidos. La prueba de que el continente promueve estos principios está en los pasos firmes que se han dado en los últimos años para desalentar o dar al traste rápidamente con los golpes de Estado.

 

Infraestructuras, energía, corrupción

El crecimiento está sostenido en muchos países africanos por infraestructuras anticuadas. Los bienes y las personas que van de una parte a otra del continente pasan incluso por Europa para llegar más rápido. El coste de reconstruirlas es prohibitivo, pero sin un mantenimiento adecuado los países corren el riesgo de que la infraestructura social y económica se desmorone. La Unión Africana ha lanzado programas para mantener y modernizar las carreteras, puentes, puertos, vías y redes de comunicación. Además, las rutas de vuelo mejoradas están facilitando los viajes y los flujos financieros.

Los descubrimientos significativos de petróleo y gas en el continente la década anterior han aumentado las esperanzas dentro de África y han captado la atención del resto del mundo, pero también han avivado la corrupción y afectado al desarrollo humano en varias partes del continente. La falta de recursos energéticos ha limitado el crecimiento económico de África: en África subsahariana, por ejemplo, 49 países con una población acumulada de un billón de personas generan la misma cantidad de energía que España, con una población de 45 millones. La actual falta de energía del continente puede verse también como una oportunidad para la inversión. Será necesario, sin embargo, que pase algún tiempo hasta que los Estados vean los beneficios. Las nuevas fuentes de energía requieren una planificación apropiada, grandes inversiones de tiempo y capital para adaptarlos a la red y nuevas pesos y contrapesos para bloquear las tentaciones de corrupción.

 

En África subsahariana, 49 países con una población de un billón de personas generan la misma cantidad de energía que España, con una población de 45 millones

 

Varias autoridades de África estudian cómo seguir la tendencia global hacia formas alternativas de energía, sabiendo que las energías renovables son cruciales para reducir la actual brecha energética. Sin embargo, cada vez es más evidente que será caro añadir kilovatios a nuestras redes eléctricas usando energía solar y eólica para reducir la huella energética. Pero debe ser visto como una oportunidad para desarrollar otras sectores de nuestras economías, creando trabajos muy necesarios.

De hecho, el desempleo sigue en aumento mientras intentamos erradicar la corrupción y construir instituciones duraderas que nos puedan ayudar a darnos cuenta del potencial económico de nuestro continente. Cuanto más nos retrasemos, más jóvenes perderán oportunidades futuras e inmediatas de prosperidad. Un crecimiento económico lento y debilidades sistémicas aumentan la probabilidad percibida de crisis o conflictos violentos, que a su vez frena aún más el crecimiento.

 

El coste de la guerra, el dividendo de la paz

Los costes económicos y humanos a corto plazo de la guerra son bien conocidos. Pero las consecuencias económicas a largo plazo –desigualdades económicas, sociedades traumatizadas, subdesarrollo y falta de oportunidades– pueden continuar desestabilizando Estados tiempo después de que se firmen los acuerdos de paz.

La confianza económica –respaldada por el consenso en la necesidad de instituciones funcionales, buen gobierno y el Estado de Derecho– puede, por otra parte, contribuir a la paz y la estabilidad. En África las fuentes domésticas de inversión se están uniendo a las fuentes externas tradicionales. El desarrollo de una clase media o consumidora significa que un incremento de la demanda de ciertos bienes, tanto esenciales como de lujo, impulsará el crecimiento económico. En algunas partes del continente estos grupos ya han contribuido al crecimiento del consumo, aunque en algunos casos suelen ser productos de lujo importados en vez de productos africanos. La necesidad de incrementar las exportaciones y los estándares de vida más altos continúa planteando problemas reales que el continente trabaja para hacer frente.

África ha sido considerada como un gigante dormido: ahora está despertando y es de esperar que un gigante tarde más que los demás en girarse y elevarse.

Durante los próximos veinte años, al menos, las riquezas enterradas y el aumento de las capacidades de la gente presentarán oportunidades maravillosas. Sin duda, el continente todavía no está cerca de agotar su potencial para el crecimiento económico y el desarrollo real es el camino más seguro para evitar la trampa del conflicto.

Artículo de la serie “El futuro del conflicto” de International Crisis Group para celebrar el 20º aniversario de la organización. politicaexterior.com publicará en español los 20 ensayos de la serie.

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