Alfombra roja: Gordon Brown

Política Exterior
 |  17 de junio de 2016

APODO: Golden Brown. (Aunque la lista es larga).

FRASE: “Reino Unido debe liderar la Unión Europea, no abandonarla”.

CURRÍCULO: Con solo once años, Gordon Brown lanzó con su hermano un periódico local para ayudar con los beneficios a los inmigrantes africanos en Kirkcaldy, donde se crió. Y con dieciséis, en 1967, se matriculó en Historia en la Universidad de Edimburgo, aunque no decayó su interés por el periodismo. A pesar de perder la visión del ojo izquierdo, Brown se licenció con honores y en 1973, durante su doctorado, se convirtió en rector en la Universidad. En 1976, al acabar su mandato, comenzó a dar clases de Historia y Ciencia Política. La publicación en esa época de “The Red Paper on Scotland” demostró su capacidad intelectual, su afán por la política y su carácter izquierdista. Ya en las elecciones de 1974 Brown había ayudado a Robin Cook a ganar su escaño por el Partido Laborista (PL), pero no fue hasta 1979 cuando luchó por conseguir asiento en la Cámara Baja. En un distrito dominado por los conservadores, y a pesar de que levantó grandes esperanzas, Brown no pudo hacerse con el escaño. El declive del PL, que no había hecho más que comenzar, perjudicó sus oportunidades. Recuperó entonces su entusiasmo por el periodismo y durante tres años trabajó en la Scottish Television.

El año 1983 marcaría un punto de inflexión. Tras entrar en la Cámara de los Comunes y ser nombrado presidente del Consejo Laborista Escocés, Gordon Brown dedicó su vida en exclusiva a la política. Durante dos legislaturas, fue escalando puestos, ayudado por su relación con Neil Kinnock y John Smith. Cuando el segundo alcanzó el liderazgo del partido en 1992, Brown pasó a sustituirle como ministro de Hacienda en la sombra. Tras la repentina muerte de Smith dos años más tarde, Tony Blair, cuya carrera había ido en paralelo a la de Brown, se postuló rápidamente como su sucesor. Brown le dejaría vía libre a cambio de recibir el control sobre política económica y financiera, y la oportunidad de sucederle en caso de que Blair llegara al gobierno. Hasta 2010 Brown no admitió que El Acuerdo ocurrió, pero para entonces ya se había convertido en todo un mito en la política británica, dando incluso lugar a una película.

MÉRITOS: Las relaciones entre Blair y Brown empeoraron drásticamente y, sin embargo, quien fuera primer ministro durante una década cumplió su palabra al traspasar la jefatura de gobierno a Brown –entonces ministro de Hacienda– tras su dimisión en 2007. Sus niveles de popularidad aumentaron gracias a su gestión de la guerra de Irak y de las relaciones con Irlanda del Norte, pero el desgaste del PL tras trece años en el poder hizo imposible ganar las elecciones de 2010. Desde entonces, el perfil público de Brown se redujo considerablemente hasta que llegó el referéndum de Escocia. Su encendida defensa contra la independencia de Escocia llevó de nuevo a Brown a la primera línea de la política, desde la que ayudó a movilizar a los laboristas indecisos para fortalecer la campaña del Better together.

 

Brexit, encuestas

 

De nuevo ante un referéndum crucial, en este caso por la permanencia o no de Reino Unido en la Unión Europea, Brown vuelve a renacer de sus cenizas para salvar la unidad del laborismo y, de paso, echarle un cable a David Cameron. Las últimas encuestas confirman la ligera ventaja del Brexit, mientras el número de los indecisos gira en torno al 10%. La salida de la UE está calando en la gente de izquierdas más de lo que se pensó en un primer momento. Por ello, Cameron no ha dudado en volver a echar mano de su predecesor, pese a que, en palabras de Brown, son los laboristas los que más se benefician del Bremain. Su idea no es solo quedarse en la Unión, sino cambiar el papel del país dentro de ella: “Reino Unido siempre ha ejercido su liderazgo cuando las cosas han ido mal en Europa y creo que es hora de que volvamos a liderar”.

Ante una votación histórica, la tensión en las Islas se ha disparado. Una semana antes del referéndum, el asesinato del la diputada laborista Jo Cox, defensora del Bremain, ha paralizado la campaña y dejado un país aturdido. Brown, que había trabajado con la diputada ayudando a familias sin recursos, ha descrito el acto un “ataque contra nuestra democracia”.

Este escocés ardiente, cuya determinación y capacidad intelectual lo señalaban como inevitable líder laborista, fue en su día incapaz de luchar contra el carisma de Blair. Brown aceptó su derrota y, al final, tuvo que lidiar con lo peor del legado blairista y salir por la puerta de atrás. Pero cuando el laborismo le ha necesitado, Brown ha tenido siempre un discurso preparado para volver a unificar el partido.

 

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