Alfombra roja: Pedro Alonso

política exterior
 |  10 de julio de 2015

APODO: El señor del mosquito.

FRASE: “El mundo puede avanzar hacia la erradicación de la malaria”.

CURRÍCULO: Director desde octubre de 2014 del Programa Mundial de Malaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Pedro Alonso (Madrid, 1959), catedrático de la Universidad de Barcelona, ha estado al frente del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), del Centro de Investigación en Salud Internacional de Barcelona (Cresib) y del servicio de Salud Internacional y Medicina Tropical del Hospital Clinic. Bajo esta retahíla de cargos está un médico, investigador, divulgador y activista contra la pobreza. La plataforma de lanzamiento de su carrera fue el Centro de Investigación en Salud de Manhiça (CISM), que Alonso lideró desde su fundación en 1995. En 2008 recibió, junto a otras cuatro organizaciones dedicadas a la malaria, el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

MÉRITOS: El CISM ha cumplido esta semana 20 años convertido en uno de los centros de investigación biomédica más prestigiosos de África y uno de los emblemas de la cooperación española. En 1995 Mozambique estaba aún exhausto por una guerra que comenzó en 1977 y acabó en 1992. Donde hoy hay ordenadores, microscopios, laboratorios y 500 profesionales, antes había un descampado. El escenario es el pueblo de Manhiça, a 80 kilómetros al norte de Maputo. Pedro Alonso ha dedicado su carrera médica a los más vulnerables entre los pobres: las mujeres y los niños de África. El destino de su elección era ineludible: la malaria, causa de cerca de 600.000 muertes anuales, el 90% de las cuales ocurren en países africanos, principalmente entre niños menores de cinco años. Alonso y su equipo avanzaron en la búsqueda de una vacuna contra la malaria. Hoy en el CISM esperan la validación para administrar a recién nacidos una vacuna que ha mostrado en los ensayos clínicos una efectividad de hasta un 36%. Hasta aquí han llegado, pero no van a detenerse. Antes en el CISM y ahora en la OMS, Alonso sigue convencido de que la erradicación de la malaria es posible porque “no es solo un problema médico, sino sobre todo social y político”.

 

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