Alianza del Pacífico: apuesta comercial latinoamericana

 |  29 de mayo de 2013

 

La región latinoamericana presenta un intenso ciclo expansivo apenas afectado por la crisis económica, con un aumento del PIB total unido a una importante reducción de la pobreza y la desigualdad. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (Cepal), entre 1999 y 2011 la tasa de pobreza regional disminuyó del 43,8% al 30,4%, y la tasa de pobreza extrema de 18,6% a 12,8%. Esto ha traído consigo la ampliación de las clases medias, aunque este término no tenga el mismo significado en la región que en los países de la OCDE. El crecimiento económico no es el único factor a tener en cuenta a la hora de analizar el bienestar de una región y así, todavía se precisan de grandes esfuerzos en los ámbitos de la salud, la educación, la protección social o la seguridad.

América Latina cuenta a su vez con diferentes procesos de integración y regionalismos, diferentes entre sí. Esta búsqueda de autonomía ha favorecido a la región en una mayor proyección internacional, así como en la concertación de políticas comunes.

El 23 de mayo se reunían en Cali, Colombia, los miembros de la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México). En su VII Cumbre, a la que por primera vez asistía el presidente español, Mariano Rajoy, se acordaba poner como fecha límite el 30 de junio para concluir el desarme arancelario, con la supresión del 90% de los aranceles. Además, se resuelve facilitar la libre circulación de personas entre los Estados miembros y dar un máximo de siete años para eliminar el restante 10% de aranceles comerciales. La Alianza gana seguidores: Costa Rica ha sido admitida como miembro, aunque todavía debe cumplir una serie de trámites para formalizar su adhesión, a la que también aspira Panamá.

 

España, Estado observador

El 9 de noviembre de 2012, España era aceptada en la Alianza como Estado observador, convirtiéndose así en el primer país europeo en unirse. Panamá, Canadá, Uruguay, Australia, Nueva Zelanda y Japón tienen también esta categoría. Para España, esta alianza es de interés estratégico, pues los cuatro países fundadores concentran el 40% de las exportaciones (5.000 millones de euros) y el 40% de la inversión (45.000 millones de euros) del país en la región. El estatus de observador permite a España participar en reuniones entre presidentes latinoamericanos, facilitando además el diálogo para la triangulación tanto con América Latina como con Asia-Pacífico. Para las empresas españolas en Latinoamérica esto también se convierte en un puente hacia el mercado asiático. Cristóbal Colón no estaba tan equivocado cuando pensaba que España podía llegar a Oriente por Occidente.

Según José Antonio García Belaunde, ministro de Exteriores de Perú, “la Alianza del Pacífico se basa más en afinidad que en proximidad”, siendo el proceso de integración más reciente, inminentemente práctico y dinámico. Se basa en la liberalización del comercio con miras a expandirse hacia Asia. Los países miembro cuentan con acuerdos de libre comercio entre sí y con Estados Unidos y la Unión Euroea. El PIB combinado de los cuatro países representa el 35% del total de América Latina y el 55% de las exportaciones de la región.

Los proyectos regionales de cooperación e integración latinoamericanos cobraron importancia en la década de los noventa y ganaron vuelo a mediados de los 2000, en una cartografía particular basada en el regionalismo abierto. Cuatro grupos subregionales: Mercosur, la Comunidad Andina de Naciones (CAN), el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) y la Comunidad del Caribe (CARICOM), y  dos países –México y Chile– como pioneros en estrategias basadas en acuerdos de libre comercio.

Desde mediados de la pasada década se observan diferentes tendencias. Las más relevantes son dos grandes visiones de regionalismo: la Alianza del Pacífico, que renueva las estrategias económicas del regionalismo abierto, orientada hacia Asia; y otra tendencia con una visión que incide más en el ámbito de concertación política y de las acciones públicas para el desarrollo, con instituciones como el Mercosur, ampliado con Venezuela, UNASUR, el ALBA-TCP y la CELAC.

Además, hay que añadir la creciente dinámica de regionalización protagonizada por actores privados, en particular la presencia de las “multilatinas”, que genera flujos de comercio e inversión intrarregional, participando en cadenas de valor globales más allá del tradicional rol exportador de commodities de la región.

 

Para más información: 

The Economist, «Latin America geoeconomics, a continental divide». Artículo, mayo 2013.

Mauro F. Guillén y Esteban García-Canal, «Multilatinas: causas y efectos de su expansión». Política Exterior 144, noviembre-diciembre 2011.

Jeff Dayton-Johnson, «Latinoamérica: la creación de una clase media». Política Exterior 141, mayo-junio 2011.

Susanne Gratius y José Antonio Sanahuja, «Enseñanzas latinoamericanas a la crisis del euro». Política exterior 151, enero-febrero 2013.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *