Aunque la victoria del centrista Nicușor Dan en las presidenciales rumanas proporcionó cierto alivio a los sectores europeístas, el fuerte apoyo al ultraderechista George Simion evidenció también un preocupante crecimiento de estas fuerzas. En Portugal y Polonia, los avances de los partidos ultras fueron aún más notables, manteniendo en alerta constante a Bruselas.
En Rumanía la amenaza inmediata ha sido contenida, pero Simion logró un resultado que evidencia la creciente aceptación de sus propuestas ultranacionalistas y euroescépticas. Su partido, Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR), se mantiene como una fuerza política clave, reflejando un fenómeno que, lejos de ser aislado, atraviesa toda Europa, a norte, sur, este y oeste.
En Portugal, el panorama es incluso más alarmante para las fuerzas tradicionales. El partido de extrema derecha Chega, liderado por André Ventura, ha registrado un ascenso meteórico: pasó de obtener apenas el 1,3% de votos en 2019 al 22% en las recientes elecciones parlamentarias, quedando casi empatado con el Partido Socialista. Este resultado es visto como una transformación estructural del sistema político portugués, donde el bipartidismo tradicional ha quedado prácticamente superado. La derrota socialista, por su parte, ha provocado la dimisión de su líder Pedro Nuno Santos, subrayando la crisis profunda del centro-izquierda en el país luso.
La situación en Polonia añade más complejidad al mapa europeo. El candidato liberal Rafał Trzaskowski, cercano al primer ministro Donald Tusk, logró una ajustada ventaja en la primera vuelta de las presidenciales, con un 31,2% frente al ultraconservador Karol Nawrocki, apoyado por el partido Ley y Justicia (PiS), con un 29,7%. Pero la suma de las fuerzas ultraconservadoras supera el 50% del electorado. La presencia destacada del candidato libertario ultraderechista Sławomir Mentzen, especialmente fuerte entre los jóvenes, anticipa una batalla complicada para Trzaskowski en la segunda…

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