La campaña lanzada por Elon Musk, responsable del nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), contra la administración federal para reducir su gasto en un billón de dólares y reducir un 25% su personal (2,3 millones de empleados), confirma su idea de que la burocracia estatal surgida en el New Deal con Franklin D. Roosevelt es culpable de casi todos los males que aquejan al país.
Hasta ahora, con un presupuesto anual de 40.000 millones de dólares y 10.000 empleados en un centenar de países USAID era responsable del 25% de la ayuda al desarrollo global promovida por EEUU. Musk, sin embargo, la llamó organización criminal por haber financiado, según él, investigaciones de armas biológicas como el Covid-19, entre otras cosas.
Como una oficina dentro del Departamento de Estado, solo mantendrá 600 funcionarios. El 4 de febrero, su sede en Washington amaneció cerrada y sus empleados fueron enviados a casa. En su cruzada contra el “Estado profundo”, el DOGE ha destituido además a los inspectores generales de una docena de agencias federales, un 50% de cuyos empleados son votantes demócratas registrados, frente al 30% de republicanos.
Según la Constitución, las agencias federales no pueden suprimirse o reorganizarse sin autorización del Congreso. Pero Trump sabe que, al no tener mayorías parlamentarias suficientes en ambas Cámaras para lograrlo, solo puede hacerlo por decreto, convencido de que su victoria en las urnas y su actual apoyo (53%) le legitiman para cumplir sus promesas de campaña a toda costa.
El juez federal Paul Engelmayer ordenó restringir el acceso del equipo de Musk a los sistemas de pago y datos del Departamento del Tesoro, que gestionan más de cinco billones de dólares en pagos de la Seguridad Social y Medicaid. Musk le acusó de corrupto y demandó su destitución. A su vez, el vicepresidente, James Vance…

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