Si en 2016 se mantiene la llegada de refugiados a Alemania en la misma escala, se producirá una explosión de los costes. Faltan viviendas, escuelas, profesores, policías, bomberos, médicos y enfermeras. Se calcula que los servicios públicos precisan 180.000 colaboradores más.
Hasta el momento, Alemania se encuentra sola ante el problema de los refugiados que, en su forma y magnitud actuales, se precipitó sobre Europa a finales de agosto y principios de septiembre. Casi a diario llegan 10.000 refugiados a las fronteras del país, suben en autocares y son trasladados a los centros de acogida. Todos los Estados federados están obligados a acoger a los solicitantes de asilo según una cuota que tiene en cuenta la capacidad económica y la población de la región. Se calcula que, a finales de 2015, la República Federal habrá recibido alrededor de un millón de personas en busca de protección, pero nadie lo sabe con exactitud. Puede que sean todavía más.
Por ahora, los esfuerzos del gobierno federal por vincular a los Estados miembros de la UE a un sistema de reparto como el de los Estados federados alemanes han estado condenados al fracaso. Ya en septiembre de 2015, Hungría se opuso a él, y, más tarde, Reino Unido rehusó el plan. Francia dio su respaldo verbal al gobierno de Angela Merkel, pero no acogió a ningún refugiado. Lo mismo se puede decir de los demás países europeos. El rechazo a los demandantes de asilo es especialmente firme en Europa central y del Este, donde no hay minorías musulmanas, la plena soberanía se alcanzó hace solo 25 años con la revolución pacífica de los países del Este, y se necesita la envoltura protectora del Estado nacional. Polonia, entre otros, ha advertido de que es posible que la situación de inestabilidad en Ucrania no tarde…

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