Los acontecimientos se acumulan sobre las mesas: se necesita alguna capacidad de valoración para distinguir, seleccionar, editar… El ruido informativo crece hasta abrumar a los responsables de una revista que trata de informar, exponer, reflexionar. Conseguimos al fin establecer una gradación. Entre decenas de procesos significativos, cinco o seis resultan insoslayables. Birmania sublevada y forzada a callar. El XVII Congreso del Partido Comunista Chino, tan sorprendentemente ordenado. Bélgica, impedida para honrar su unidad estatal, una conquista de la Europa moderna. Entretanto la crisis hipotecaria de Estados Unidos toca de lleno a grandes bancos europeos. Ahmadineyad y Putin se encuentran en Teherán: la reunión da lugar a algunas advertencias.

Centrémonos en Birmania: escandaliza con qué ligereza un país de 48 millones de habitantes desaparece del mapa, abducido por el ruido de la actualidad. Sorprende el lenguaje declarativo, vano, de las Naciones Unidas, su Consejo de Seguridad y su secretario general. Nos parecen injustificables los vetos de China y Rusia al régimen de fuerza de Yangón. Bajo esa capa de fuerza bruta militar, propia de ejércitos invasores de sus propios países, enfrentados a sus propias sociedades, hay una refinada civilización, dominantemente budista. En el sureste asiático, tiene extensas fronteras con India y la República Popular China, aparte de Laos y Tailandia. Un viejo militar, el general Than Shwe, preside la junta desde hace 15 años. La hija de uno de los fundadores de Birmania, la premio Nobel Aung San Suu Kyi, sigue condenada desde 1989, aunque su primitivo encarcelamiento se transformara después en prisión en el propio domicilio.

Estamos ante un degradado régimen de terror: degradado por la corrupción en primer lugar, por la indiferencia y la crueldad después. El país está curiosamente vivo: se organiza en la clandestinidad. En estos casos, florecen los informadores, los confidentes, la peor especie de espionaje….