POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 174

Carta de China: El contencioso del mar del Sur

En los mares de China se juega la relación entre Washington y Pekín. Estados Unidos debe evitar la paranoia mirando al futuro. China debe evitarla mirando al pasado.
Eugenio Bregolat
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El 12 de julio el Tribunal Internacional de Arbitraje (TIA) hizo público su laudo sobre diversas cuestiones suscitadas por Filipinas relativas al mar del Sur de China. La decisión, basada en la Convención de las Naciones Unidas sobre Derecho del Mar (Unclos), es favorable a Filipinas prácticamente en su integridad. El TIA no se pronuncia sobre a quién corresponde la soberanía de las distintas formaciones geológicas en esas aguas, ya que Unclos no le concede competencia para ello, sino solo sobre la delimitación del mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental, generadas a partir de ellas.

China rechazó la jurisdicción del TIA por dos razones. La primera, que invoca los artículos 280 y 281 de Unclos, porque en 2002 se firmó entre China y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (Asean) una declaración sobre el código de conducta de las partes en el mar del Sur de China, que contempla la solución de disputas por medios pacíficos y negociación entre las partes implicadas. Siendo Filipinas miembro de Asean está obligado por esta declaración. La segunda, que China, amparándose en el artículo 298 de Unclos, hizo una declaración en 2005 excluyendo la jurisdicción obligatoria sobre disputas que afecten las delimitaciones marítimas.

Como una razón más que a ojos de Pekín descalifica el laudo del TIA, el Diario del Pueblo afirmaba el 19 de julio que el japonés Shunji Yanai, expresidente del Tribunal Internacional del Derecho del Mar, tuvo un papel decisivo, al haber nombrado a cuatro de los cinco miembros del TIA para el caso, con un quinto miembro nombrado por Filipinas. El rotativo del Partido Comunista Chino (PCCh) califica a Yanai de derechista radical, muy próximo al primer ministro japonés, Shinzo Abe, y poco amigo de China. Pekín no pudo nombrar un árbitro ni influir en…

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