Los nuevos líderes chinos han recogido el testigo reformista de Deng Xiaoping y la ‘segunda generación’. Su aparente compromiso con la reforma se enfrentará a la resistencia de poderosos intereses.
Acaban de asumir el poder en Pekín el nuevo secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) y presidente de la república, Xi Jinping, y el nuevo primer ministro, Li Keqian, núcleo de la quinta generación. Las cuatro anteriores fueron las de Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao.
Lo primero que hizo Xi tras su investidura fue viajar a Shenzhen, cerca de Hong Kong, la primera y más exitosa Zona Económica Especial, máxima plasmación de la política de reforma económica y apertura al exterior que desencadenó el proceso de desarrollo económico más fulgurante de la historia. Shenzhen era un pueblo de 30.000 habitantes en 1978 y 10,4 millones en 2011 (probablemente con un millón más no censado), el más rápido fenómeno de crecimiento urbano conocido. Es, por tanto, un paradigma del éxito de China.
Xi fue a Shenzhen a recogerse ante la gran estatua de Deng Xiaoping…

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