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China, Japón e India: desconfianza y entendimiento

Marcos Suárez Sipmann
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Mientras China se ha acercado a Pakistán –rival histórico de India–, Nueva Delhi ha hecho lo propio con Tokio. India no solo busca frenar a China, sino también consolidar su proyección económica y estratégica hacia el Pacífico. Tokio es un pilar de la política india de Mirada al Este.

El gobierno indio del primer ministro, Narendra Modi, destaca el éxito de su “diplomacia con desarrollo” (Transformational Diplomacy). Su ministra de Asuntos Exteriores, Sushma Swaraj, califica la política exterior del ejecutivo indio del Bharatiya Janata Party como “muy exitosa” al estar basada en “contacto, diálogo y resultados”.

¿Es este optimismo aplicable a China? A muchos ha sorprendido el insospechado pragmatismo del nacionalista Modi en comparación con su antecesor en las relaciones con el gran vecino del Norte; un aspecto que la prensa china ha registrado con agrado. Pero no hay que llevarse a engaño; más que por su pragmatismo, su política exterior se caracteriza por un sereno realismo que denota seguridad en sí mismo.

Ya la visita del presidente chino, Xi Jinping, a India en septiembre de 2014 constituyó un hito trascendental en el desarrollo de las relaciones bilaterales y reveló la buena química entre ambos líderes. Xi había sido recibido en Gujarat, Estado natal de Modi, considerado el motor económico indio y atraído el máximo de inversiones de China.

Modi devolvió la visita oficial en mayo cumpliendo así su promesa de ir a China antes de finalizar su primer año en el cargo. También él estuvo en la ciudad natal de Xi, quien se había desplazado especialmente hasta Xian para recibir al primer ministro. Un gesto sin precedentes e indicio de la renovada calidad que Pekín da a la relación con su vecino.

Capital de la provincia Shaanxi, Xian tiene un alto significado histórico y cultural: en ella confluyeron los…

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