POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 206

Ilustración de Sol Undurraga.

Desafío a Occidente

La realidad de una nueva guerra en Europa ha hecho saltar por los aires la seguridad y la estabilidad globales. Con la invasión de Ucrania por parte de Rusia han desaparecido de inmediato las dudas de los europeos sobre la necesidad de su unión en política exterior y la construcción de una auténtica defensa común.
Áurea Moltó
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La realidad de una nueva guerra en Europa ha hecho saltar por los aires la seguridad y la estabilidad globales. Con la invasión de Ucrania por parte de Rusia han desaparecido de inmediato las dudas de los europeos sobre la necesidad de su unión en política exterior y la construcción de una auténtica defensa común. La UE está mostrando una determinación largamente esperada para actuar como un polo de poder en un sistema internacional amenazado de forma violenta. No hay otra opción para los europeos: defender a Ucrania es defendernos a nosotros mismos y a todo Occidente. Hemos comprendido el jaque de Vladímir Putin.

La respuesta occidental incluye sanciones económicas inéditas a un país miembro del G20, el apoyo a Ucrania con equipamiento militar y la presión diplomática al máximo nivel multilateral. Todo ello de manera coordinada entre Europa, Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Australia, Canadá y, en un sentido amplio, todo Occidente, con un llamativo respaldo en América Latina y una significativa abstención en África a la resolución de condena a la invasión aprobada en Naciones Unidas.

En la UE, la guerra en Ucrania supone el fin de las ideas e iniciativas de diversos miembros respecto a Rusia y la OTAN. Apenas tres días después de la invasión, Alemania anunciaba una reorientación profunda de su política de defensa. Otro caso llamativo es el de Francia, país al que dedicamos buena parte de este número de POLÍTICA EXTERIOR.

Para Emmanuel Macron, la guerra abierta por Rusia cuestiona por completo su acercamiento a Moscú, pero al mismo tiempo valida lo que ha sido su gran iniciativa en la UE: la “soberanía estratégica”. Macron no contaba con un contexto tan favorable como el actual para impulsar un concepto que supone dotar a la Unión de herramientas de poder militar, económico, tecnológico y diplomático. Se abre ahora la posibilidad de renovar tanto la relación franco-alemana como con la OTAN. Y quizá, también, allanar su victoria en las presidenciales francesas de esta primavera. Macron estará en el centro de la atención pública nacional, europea e internacional. Su campaña será indiscutiblemente global. ●