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El agua, recurso escaso

Carta a los lectores
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El abastecimiento de agua ha sido una preocupación constante en la historia de la humanidad. Pozos para las pequeñas comunidades rurales y canalizaciones de los ríos como el Tigris y el Éufrates, el Nilo o el Indo, bases de las primeras civilizaciones. Roma construye una red de 578 kilómetros de acueductos, mientras el abandono del tratamiento y abastecimiento de aguas en la Edad Media contribuyó a la difusión de las grandes epidemias. Hasta el siglo XIX no se establecen los filtrados con arenas que depuran las aguas. Los modernos sistemas de suministro y tratamiento constituyen un logro común del mundo desarrollado.

Actualmente, sin embargo, todo está en revisión. ¿Debe el agua ser un bien público, prácticamente gratuito? ¿Su condición de recurso escaso convierte el agua en una mercancía sujeta a las leyes del mercado? ¿Será el Estado o la iniciativa privada un suministrador más eficaz? La guerra del agua del año 2000 en la ciudad boliviana de Cochabamba es una respuesta a estos interrogantes.

Interrogantes mucho más dramáticos cuando el agua es un elemento indispensable para la supervivencia. Quizá Darfur, combinación de una sequía y un gobierno frágil, sea la señal del primer conflicto político por el agua del siglo XXI.

No siempre una administración unitaria favorece la utilización de las aguas. La desecación del mar de Aral, alimentado por los ríos Amu-Darya y Sir-Darya, después de recorrer la árida meseta de Asia Central, es consecuencia de la decisión de la Unión Soviética de utilizar los caudales fluviales para el cultivo de algodón. La acción del hombre está también impresa en el cambio climático. Huracanes y lluvias torrenciales que propician las aguas templadas del océano atlántico se ensañan con Haití. Un país deforestado por las exigencias de una densa población donde las epidemias de cólera hacen presa a casi medio…

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